Netflix lleva años intentando encontrar la nueva 'Dark'. Con esta estupenda miniserie de ciencia ficción y conspiración temporal parece haberlo conseguido
Desde que en 2020 se cerrase 'Dark' con tres temporadas, una buena generación de espectadores se quedó algo huérfano de buenos thrillers de ciencia ficción que nos lleve por diferentes épocas. Y, sobre todo, que sean un fenómeno. Algo que parece haber recuperado Netflix con 'Cadáveres' (Bodies), adaptación del cómic de DC de Si Spurrier.
Una estupenda miniserie de ocho episodios que se ha situado ya entre lo más visto de la plataforma (la tercera serie de lengua inglesa la semana pasada) gracias a una propuesta bastante interesante en la que nos encontramos a varios inspectores/detectives investigando el caso de la aparición de un cadáver desnudo, sin identificar, en un callejón londinense. Es el mismo hombre, en cuatro años separados por varias décadas entre sí.
Las similitudes con 'Dark' en cuanto a historia van apareciendo ya por ahí, sobre todo con unos personajes que intentan resolver un misterio en varias líneas temporales y algunos elementos que son, por así decirlo, transversales, además de mostrarnos un momento en el que las cosas se han torcido y que se ve capital para la trama.
Eso sí, a diferencia de la serie alemana, aquí no necesitamos de una libreta apuntando quién es quién y cómo se relaciona con tal de tal época. En ese sentido 'Cadáveres' es bastante menos compleja, ciñéndose en los esquemas de un drama criminal con elementos de conspiración en lo que los diferentes inspectores (cada uno con sus características y ciertos secretos) ven que el caso es aún más extraño de lo que parece.
Fascismo del bueno
El mayor reto que tiene Paul Tomalin como guionista (y que ya tenía Si Spurrier en el cómic original) es el entrelazar estas tramas paralelas y darle a cada uno su propia entereza e interés como parte del mismo puzle. Aquí es donde creo que más flojea la serie ya que a uno le puede dar igual que sean cuatro líneas temporales (1890, 1941, 2023 y 2053) o dos y sus respectivos personajes.
Claro, hay cierta justificación. Este abanico temporal permite observar a sus protagonistas y los pone ante el momento histórico y su propia angustia vital. Hillinghead (Kyle Soller), que es homosexual en el siglo XIX; Whiteman (Jacob Fortune-Lloyd), que esconde su judaísmo en pleno Blitz; por último, Hasan (Amaka Okafor), musulmana que presencia el auge del supremacismo blanco en la sociedad actual.
Estos datos, por así llamarlos, biográficos, son genéricos hasta tal punto que en realidad 'Cadáveres' no habla de eso sino del odio a lo otro, de la intolerancia en términos generales. De hecho el eslogan de la futura Londres, gobernada por el Comandante encarnado por Stephen Graham es un "sepa que le aman" (Know that you are loved), en este estado ¿utópico? construido presuntamente sobre el amor y la solidaridad.
Los más curtidos en el género de los viajes temporales encontramos una serie con sus paradojas y, de paso, temas sobre el determinismo versus el libre albedrío en lo que se debate si se puede alterar el destino y las consecuencias de ello. Algo con lo que nos deleitó la bastante superior 'Lazarus project'.
Donde más brilla 'Cadáveres' es en su acertadísimo reparto, al que se le ve incluso algo desaprovechado (Graham e incluso la sensacional Shira Haas son los claros ejemplos) por culpa de un guion que no trabaja bien a los personajes. Esto sacrifica bastante el plano emocional de la serie, hasta tal punto que no terminan de destacar.
Esto hace que la mayor atención esté en la trama y en los giros por los que discurre la potente premisa. Se agradece que tengan claro hacia donde quieren ir y, a pesar de que no siempre aciertan con el manejo de las diferentes subtramas, 'Cadáveres' termina funcionando bastante bien.
Texto: Albertini Foto/Via: Espinof
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