El 'Napoleón' de Ridley Scott es un ameno popurrí de sangre, épica y teatrillo de alcoba con batallas impresionantes y un gran Joaquin Phoenix


 Desde que Stanley Kubrick buscara sin recompensa llevar la vida del Corso a la gran pantalla, la historia que finalmente cuenta ‘Napoleón’ ha sido casi un tema tabú para el mundo del cine, nadie se ha atrevido a afrontar ese reto, pero ahora, una superproducción dirigida por Ridley Scott y protagonizada por el ganador del Oscar Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby llega a los cines el próximo 24 de noviembre, antes de que aterrice de forma definitiva en la plataforma Apple Tv, principal impulsora del proyecto.

Que nadie espere la película histórica definitiva o uno de los mayores proyectos concebidos en la historia del cine, ‘Napoleón’ es un divertido caos en el que convive el gran cine bélico, con Ridley Scott derramando sangre y épica de forma impecable, mano a mano con las maneras de blockbuster ordinario, ideal para vender entradas IMAX y envases de palomitas con el póster impreso. Pero lo cierto es que es mejor afrontar pronto que la película no está a la altura del personaje y lo que un proyecto de esta envergadura planteaba.

Gore a discreción

La suerte relativa, si logramos zafarnos del qué pudo ser y no fue, es que entre la factura en posición del misionero, con Scott dirigiendo el tráfico, hay grandes momentos que sí están a la altura de la ambición que se presupone al personaje y no a un simple artefacto con alma de evento. Hay secuencias como la batalla en Austerlitz realmente impresionantes y entre una y otra escaramuza hay varios momentos brillantes al retratar el ingenio malévolo del emperador, que es donde el guion de David Scarpa muestra su potencial no del todo realizado.

Y es que toda la conquista del emperador queda algo huérfana de estrategia, de entender no cómo sino por qué destacaba como militar, su motivación megalómana más allá de su actitud agresiva, que queda claro en los momentos de acción pero escasamente se percibe en otras situaciones. Hace unos días el director mandaba a tomar viento a alguien crítico con el retrato histórico de su propuesta, pero lo cierto es que su fascinación con la hazaña es ingenua, propia de libro coloreable o recuadro en un libro de texto de primaria.

Napoleon Photo

No hay un interés en consolidar el mecanismo tras sus alianzas, las elipsis no parecen responder a una planificación narrativa sino hacer saltos de conveniencia. Todo podría explicarse a través de la dinámica de su extraña relación con Josefina, pero el libreto no logra conectarla con su sed de conquista, con lo que todas esas escenas aparecen como insertos que tratan de dar profundidad, pero no hay una sola licencia poética para crear un juego de reflejos.

Gran espectáculo con alma televisiva

Es más, el teatrillo de alcoba de la pareja acaba siendo un híbrido entre el chiste de El gran Wyoming en Caiga Quien Caiga y la parodia de Saturday Night Live, no menos divertido por ello, pero ridículo cuando se trata de tomar en serio de más. Por otro lado hay problemas de enfoque, de solemnidad impostada... pero sí es cierto que muchos de estos aspectos podrían mejorarse en su edición final de más de cuatro horas, que seguramente le sienten bien. El ejemplo claro es el cambio de ‘El reino de los cielos’. Lo que no es tan fácil solucionar es la constante textura digital, que debería estar prohibida en películas de época.

Sea como sea, a sus 85 años, Scott sigue impactando por su competencia al manejar grandes sets y grupos de extras, pero también sigue igual de predecible y su ‘Napoleón’ podría ser tan plano como uno de esos ‘Grandes relatos’ que ponían en fin de semana. Si la película se libra de serlo es por el trabajo de Phoenix que la convierte casi en una parodia de un megalómano, logrando una caricatura bufa e imprevisible. Otro bruto memorable en su carrera, con parecidos al que desarrolló en ‘The Master’ pero con la actitud opuesta al aterrorizado ‘Beau tiene miedo’.

Canon

‘Napoleón’ es más gore y cafre de lo que podríamos suponer, y se hace tremendamente disfrutable en sus momentos de jugar al Risk a cañonazos, pero queda la sensación de que había mucho más que contar de sus hazañas y que quizá el montaje no ha sabido hacer un itinerario del todo coherente, emplazamos a Spielberg y su serie limitada para HBO Max, según el guion y la preproducción de Kubrick, para que ofrezca la versión definitiva, si no, toca volver a repasar la fantástica batalla del film ‘Waterloo’ (1970), que sigue siendo la mejor versión de la misma, a pesar de la esforzada recreación de la presente.

Texto:  Jorge Loser                       Foto/Via: Espinof

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