'Desconocidos' - Todos nosotros, extraños


 Es complicado enfrentarse a un filme tan complejo y complicado como 'Desconocidos' y no ya salir ileso, sino además salir tan fortalecido como lo ha hecho Andrew Haigh. Es casi un milagro lo que el cineasta logra con esta desgarradora y demoledora parábola sobre el dolor, la pérdida, la madurez, el trauma, la familia, el amor o la soledad. Sobre la vida y la muerte; sobre enfrentarse tanto a la vida como a la muerte.

Y sobre el recuerdo y la memoria; sobre la esquiva y frágil percepción de nuestros propios y mutables recuerdos y como la memoria, la mochila que todos arrastramos, contribuye a quiénes somos como personas y seres humanos.

'Desconocidos' es un auténtico ejercicio de malabarismo, tanto emocional como narrativo que si funciona, además de por las excelentes actuaciones de su cuarteto protagonista o por su exquisito montaje, es por la extraordinaria delicadeza y sensibilidad como cineasta de Haigh, quien desarrolla su tesis con una honestidad, cercanía y claridad realmente abrumadoras. Y por la fe y determinación en su apuesta.

Sorprende, sobre todo, la aparente facilidad con la que Haigh logra materializar y dotar de credibilidad una premisa en apariencia y en potencia tan absurda que sin embargo se nos clava en el corazón, en el alma y en la cabeza.

'Desconocidos', la sensación de ser un filme entre un millón que en cualquier otras manos hubiera descarrilado. Un estupendo filme con las ideas rematadamente claras y una confianza enorme, brutal, capaz de transformar lo que en teoría debería ser un relato fantástico en una contundente y emotiva alegoría marcada por un grandísimo, elegante y muy elocuente halo humanista.


Por Juan Pairet Iglesias

Via: El séptimo arte

Comentarios