Parpadea dos veces' - Y a otra cosa


 La ópera prima de Zöe Kravitz comienza muy bien, dejando claro desde el principio que la actriz tiene las ideas muy claras y que su salto a la dirección no ha sido una decisión tomada a la ligera. No sólo la apuesta visual es muy sólida, sino que además su montaje es también muy contundente. Señora… ya contaba con mi curiosidad, pero ahora tiene mi atención.

'Parpadea dos veces' es una película con mucho estilo que durante su primera hora resulta vibrante. Es tan fácil engancharse a ella como su protagonista lo hace a Slater King, cuyo séquito parece de la misma buena familia que el de Miles Bron. Parece, pero no llega a serlo, en una película que cuando más debía crecerse... esto es, en su tramo final, no lo hace.

Incluso podríamos decir que se empequeñece a pesar de no perder nunca la compostura, su elegante y en apariencia inteligente compostura como algo más que una resultona película de serie B en las que "nada es lo que parece en el paraíso". Lo que es, aunque parezca no querer ser sin tampoco aspirar a más, una vez levanta las cartas que ya estaban en la mesa. 

Generar expectativas es lo que tiene: que también hay que saber cumplir con ellas. Y a falta de alguna gran sorpresa, a 'Parpadea dos veces' le falta rematar la faena con esa misma precisión y contundencia con la que la abre, no andarse con remilgos, y abrazar su condición de manera algo más jugetona que pueda derivar en algo que se sienta pleno o impactante.

Pero no, siendo que por desgracia se hace la inteligente sólo para volverse aún más estúpida a poco que lo pienses dos veces. Con mucho estilo y firmeza, pero de manera a la postre tan banal, superficial y gratuita como una serie de B cuyo "sin efecto" de lujo barato diluirá su recuerdo, entre tantas otras, a pesar de sus buenos mimbres o un reparto muy desaprovechado.

O de poco más de hora y media que sin embargo parece más de dos horas, síntoma inequívoco de que a 'Parpadea dos veces' le sobra al mismo tiempo que le falta empaque. En especial, durante un tontorrón tercio final que no logra poner en valor sus méritos, ni hacer que estas "vacaciones" resulten tan sanas y disfrutables como por ejemplo las de Benoit Blanc.


Por Juan Pairet Iglesias

Via: El séptimo arte

Comentarios