'Emilia Pérez' es una de las mejores películas del año: Jacques Audiard basa su musical en la imprevisibilidad y triunfa ante el cine algorítmico | Festival de San Sebastián 2024
En cada escena y cada paso, cada nota y cada decisión, parece como si 'Emilia Pérez' quisiera enfrentarse, in crescendo, al cine que se hace en nuestros tiempos, a la industria que tan aprendidas tiene, de un tiempo a esta parte, las inexorables líneas que marcan el éxito. Y por cada norma no escrita del blockbuster, Jacques Audiard responde haciendo exactamente lo contrario. De alguna manera, se ha asegurado, desde su propia concepción, de hacer la película menos algorítmica posible. Y el resultado es fascinante: apartar la mirada de cada una de sus escenas es imposible. Porque 'Emilia Pérez' no debería funcionar. Pero lo hace. Y de qué manera.
Para mirar la pesadilla cara a cara
Partamos por algo muy obvio que, a buen seguro, expulsará a gran parte del público: 'Emilia Pérez' es un musical, y no tiene ninguna intención de pedir perdón al respecto. Desde el minuto uno, Zoe Saldaña marca la pauta del resto de la película con unas canciones extrañas, que tratan de temas imposibles (ese tema sobre las vaginoplastias) imposibles de tararear, repletas de sonidos que se entremezclan, coreografías de Broadway imposibles, rimas asonantes (y en ocasiones ni eso), monólogos al estilo 'Hamilton' y solos que romperían el corazón a cualquiera. La película no intenta ocultar su condición: para que la historia funcione, de alguna extraña manera casi mágica, tiene que ser un musical sí o sí.
Y reconozco que a mí también me extrañaba la propuesta antes de entrar. ¿Qué necesidad tiene de introducir canciones y bailes una película sobre el jefe de un cártel de la droga que se revela (y rebela) como mujer trans y decide pasar el resto de su vida arreglando las vidas que destruyó? Cinco minutos después tienes la solución delante de tus ojos: mediante el artificio constante, alejándose de lo que entendemos como "realismo", es como podemos llegar a la verdad de su director, una que se siente desgarradora, rabiosa y rompedora a lo largo de todo el metraje. Una que te impide mirar hacia otro lado.
La anarquía de las canciones de 'Emilia Pérez' ayudan a que el público pueda siempre esperar lo imprevisible y a encontrar, por sorpresa, una historia genuina tras capas y capas de postizo. No importa si te gusta que sea así o no. Da igual tu opinión sobre el género. Porque Audiard está muy seguro de lo que hace y de cómo lo hace, y se niega a mostrarse tímido o pedir disculpas por ello, algo más que loable en un tiempo de rabia, aburrimiento e incomprensión hacia el musical. Sí, puedes imaginar esta película sin ese elemento. Simplemente, no tienes ningún interés en saber cómo habría sido: forma parte tan intrínseca de su ADN que es imposible separarlo.
La vas a amar o la vas a audiard
Solo hay dos posibilidades a la hora de ver 'Emilia Pérez': o te enamoras de su propuesta inédita y quedas subyugado al pasar de sus canciones, dejándote llevar en su río de extremos y ruptura con lo convencional... o aborreces cada minuto, bien sea por la propuesta en sí misma o por las típicas tonterías que tiene implícitas el uso de la palabra "woke", especialmente en una película como esta, donde el hecho de que su protagonista sea transexual es pivotal para la trama.
La cinta no tiene ningún interés en utilizar su condición para perdonar su pasado ni excusar sus acciones presentes, mostrando, como se explicita al inicio, que un lobo nunca puede disfrazarse del todo de cordero. ¿Habrá gritos en Internet cuando se estrene? Por supuesto. Pero ignoradlos si podéis, porque probablemente vienen de gente que no ha visto la película... o, peor aún, no ha querido entenderla.
Bien es cierto que. al igual que la propia Emilia, la película quiere serlo todo al mismo tiempo: musical, reivindicación LGTB, crítica hacia los cárteles de la droga en México, intento de recuperar la memoria histórica, película familiar, thriller, drama, comedia, acción. Como ella misma canta, siempre está en el medio de todo. Y normalmente este tipo de experimentos dan como resultado una poco firme mezcolanza insípida, pero aquí el riesgo tiene recompensa. 'Emilia Pérez' es todo lo que intenta ser, y también mucho más. Es la película más rupturista y fascinante de 2024 sin dejar de ser enormemente actual y transgresora.
Abogada soltera, lucha por su cliente
Por mucho que la dirección de Audiard sea tan increíble que puede beber al mismo tiempo de musicales clásicos de Hollywood y del cine mexicano más independiente, no se mantendría en pie si no fuera por el trabajo de sus actrices, sin las que todo el entramado se vendría abajo. Zoe Saldaña, como la abogada de Emilia, hace el papel de su vida (ya se habla, con razón, de que tiene la nominación en los Óscar asegurada), tan triste como solidario, tan temeroso como con valores claros. A su lado, Karla Sofía Gascón resulta no solo convincente, sino también temible. Con tan solo un par de gestos es capaz de mostrar que puedes quitar a Manitas de Emilia por fuera, pero nunca la dejará del todo por dentro.
Un poco más desangelada resulta una Selena Gómez a la que no se entiende todo lo que dice en castellano, acostumbrada al acento estadounidense y que no termina de estar al nivel de sus dos compañeras. No empaña, eso sí, el retrato de una película fascinante, única, diferente y que se resiste a convertir en heroína a Emilia o a darla cualquier tipo de beneficio por el hecho de ser transexual. Ella era una jefa del cártel, y dentro de ella, por mucho que quiera cambiar, sigue siéndolo, mientras lucha por su propia liberación tanto física como mental. Porque en la vida no todo se puede solucionar con una canción.
Texto: Randy Meeks Foto/Via. Espinof
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