69 Seminci - Parte V


 Bienvenidos a la quinta de las crónicas que iremos dedicando día tras día a la edición número 69 de la Seminci - Semana Internacional de Cine de Valladolid, la segunda que un servidor cubrirá para El Séptimo Arte.

 

'Fin de fiesta' - Su guionista y directora, la debutante Elena Manrique, lo deja bien claro: "Me interesa mucho hablar en la película de la solidaridad de las clases humildes, porque ya estoy harta de esta narrativa que dice que los inmigrantes vienen a quitarnos el trabajo. Porque son solidarias, y me niego a pensar lo contrario". Esto es, hablamos de una película que "se niega a pensar lo contrario" y que descarta cualquier posible tono grisáceo en favor del blanco o negro. Del blanco pijo o el negro pobre. O cuando la evidencia mata un relato plano y enquistado en su propia obstinación que, por si fuera poco, se apoya en una interpretación de Sonia Barba bastante caricaturesca... por no llamarlo de otra manera. Así, esta teórica comedia dramática sobre inmigración y privilegios de clase viene a negarse la mayor a través de un argumento y una apuesta a nivel cinematográfico muy simplistas y limitadas. Como si el mensaje fuera de por sí suficiente y no hiciera falta modelarlo, tan sólo insistir, insistir e insistir a ver si cuela. Pero no, no cuela. ***

 

'La tutoría' - Mientas veía 'La tutoría' no podía dejar de pensar en 'Sala de profesores', vista hace un año en la misma sala. La diferencia principal entre ambas, es que Ilker Çatak buscaba lo universal mientras que Halfdan Ullmann Tøndel tiende constantemente hacia lo particular. Sigue planteando una peliaguda situación dilemática a través de medias verdades que nos fuerza a pensar por nosotros mismos, pero sin el tono tan puñeteramente grisáceo, inquisitivo e incómodo de 'Sala de profesores. También, sin esa vibrante intensidad que en 'La tutoría' se rompe de manera asidua debido al exceso de celo dramático en el que está envuelta la historia, más un alegato emocional que una encrucijada asfixiante. Además, el evidente favoritismo hacia una destacada estrella como Renate Reinsve acentúa la impresión de que esta historia sobre el amor de los padres a sus hijos llevado hasta el extremo está descompensada. Interesante y estimulante de manera intermitente, pero carente de la pegada, emocional o intelectual, de la mencionada joya de Ilker Çatak.  ******

 

'Waldo' - Waldo de los Ríos, conocido sobre todo por ser el autor del 'Himno de la alegría', se suicidó el 28 de marzo de 1977. 'Waldo' conecta la investigación del escritor Miguel Fernández con la de los directores Charlie Arnáiz y Alberto Ortega, conformando, según la versión oficial, una vida de fama y lujo, pero también de homofobia, dictadura, esoterismo y depresión que intenta dibujar el retrato de una persona compleja desde los fragmentos y restos que ha dejado atrás. Ni sí, ni no; ni contigo, ni sin ti. Se trata de un documental entretenido, y lo suficientemente revelador para quien no tuviese el gusto (como un servidor). Pero como sucede con tantos otros de su estilo, se siente demasiado vago y superficial. Y lo que es peor, que se dedica a tirar la piedra y a esconder la mano. A esbozar mucho sin mojarse en nada, ni sobre todo a construir alguna tesis verdaderamente sólida. Y es que cuando termina, uno se queda con la sensación de que se trata de una obra incompleta. Como si fuera para cumplir con el expediente y no meterse en líos. ******

 

'Tres kilómetros al fin del mundo' - Hay una cosa que admiro mucho de películas como la que propone el rumano Emanuel Parvu, y es su manera de construir el suspense de una manera natural y cotidiana, incluso aparentemente rutinaria con toda la calma del mundo. Como si no pasase nada especial y fuera un día más como otro cualquiera, en un modélico ejemplo de cómo desarrollar la que parece una historia de intriga mundana y terrenal con rigor durante la que el tiempo, a través del empleo panorámico de planos fijos y largos, parece detenerse. "La que parece una historia de intriga" con la que Parvu envuelve a la auténtica. Un alegato contra la homofobia y el conservadurismo religioso profundamente arraigado. Sin moralismos ni subrayados innecesarios, dejando que la historia fluya a su ritmo y se despliegue de manera orgánica para poder valerse por sí misma. Esto es, Parvu, en la práctica, se limita a hacer lo que se supone hace un cineasta: contar una historia... y al igual que hacían en 'Origen', hacerle creer al espectador que la reacción (lógica) es suya. *******


Continuará...

Por Juan Pairet Iglesias

Via: El séptimo arte

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