Bienvenidos a la séptima de las crónicas que iremos dedicando día tras día a la edición número 69 de la Seminci - Semana Internacional de Cine de Valladolid, la segunda que un servidor cubrirá para El Séptimo Arte.
'Salve María' - A pesar de rozar las dos horas de duración, la última película de Mar Coll acaba resultando demasiado vaga y tenue. Demasiado políticamente correcta, demasiado institucional y servicial. Hasta el punto de que se admite la comparación con 'Canina (Nightbitch)', la igualmente poco estimulante película protagonizada por una Amy Adams que, no obstante, y como casi siempre, da la cara al igual que en 'Salve María' lo hace Laura Weissmahr. Es verdad que a diferencia de Marielle Heller, Coll no se raja en su tercio final y se mantiene fiel a su tesis. Pero no es menos cierto que sus coqueteos con el cine de terror y de suspense a través del filicidio acaban cayendo en saco roto y resultando, a la postre, demasiado superficiales, poco valientes e incisivos al enmascararlos todos debajo de una depresión postparto. Y a correr, en un final "feliz" que no le haría ascos a una película "made in Hollywood" como la mencionada de Searchlight Pictures. Y es que Mar Coll, básicamente, se queda con la portada y en el tweet, tan resultones como efímeros. ******
'Diamante en bruto' - La debutante Agathe Riedinger propone una reflexión sobre la necesidad de ser visto en un mundo de apariencias a través de Liane, una choni que al igual que Maxine Minx y Pearl cree tener el factor X. Aunque no hace mucho más que "mostrarse" a través de Tik Tok con la esperanza de poder concursar en un reality show. Así, por sus santísimas tetas (operadas). Las de una Malou Khebizi que da el do de pecho, como no podía ser menos a la hora de dar vida a la frágil, impulsiva y desconcertante protagonista de esta "película de personaje". Riedinger, sin embargo, se queda un poco en la superficie de ese mundo de apariencias, siendo la película en sí misma una fachada demasiado obvia que se apoya en elementos a su vez demasiado recurrentes. De esta forma este "diamante en bruto" se muestra intermitente y volátil, en un conjunto que no termina de mostrarse cohesionado y rotundo, ni de envolver a su protagonista de una narrativa que ponga en valor una ambivalencia que se torna en indefensión por parte del espectador. ******
'Verbrannte Erde' - La última de Thomas Arslan falla en lo más elemental: aportar algo, lo que sea a un predecible telefilme criminal de tintes clásicos que se desarrolla de manera harto básica, sosa y rutinaria. Los ingredientes, y por lo tanto el potencial están ahí, en lo que bien podría haber sido un remedo de 'Drive' o 'Heat'. Pero Arslan se empeña en obviarlos y no darles ninguna forma o definición, ofreciendo un neo-noir muy basto y anacrónico, especialmente anticlimático. De una manera consciente, calculada y deliberada, es más que posible (u obvio). Pero también de una manera tan plana y apagada, tan austera que más que estilo lo que transmite es desgana, rasmia, falta de interés. Todo es tan basto, está tan poco definido y es tan consecuente y lineal, tan plano e irrelevante que dicho sea a las claras, aburre. Porque no hay nada que nos importe o sea relevante, ni tampoco un solo elemento o ingrediente que no hayamos visto ya en alguna otra película representado, además, con un mínimo de pasión. De energía. De gracia. De interés. ¿O de ganas? ****
'A Real Pain' - Una película a imagen y semejanza de su guionista y director, un Jesse Eisenberg que se autoregala un papel a su medida. Una película ágil, sencilla y muy directa que está fundamentada en el constante diálogo y en un Kieran Culkin arrollador, dicho sea como un cumplido en un papel, de nuevo, hecho a medida. Y es que Eisenberg sin duda es plenamente consciente de lo que tiene entre manos, en lo que se adivina un filme "a lo Alexander Payne" acelerado y muy personal que ha sabido traducir en algo universal y muy fácil de ver (y de disfrutar). Por más que ahora los malos de la película sean, ejem, los judíos... lo que no deja de imprimirle a la película la misma rara sensación que tienen sus protagonistas, jóvenes acómodados de turismo por un pasado atroz, en una doble lectura a buen seguro involuntaria (aunque tal vez no fortuita...). Sea como fuere, hablamos de una habilidosa y muy efectiva comedia dramática que combina lo ligero y lo grave, lo distendido y lo solemne, lo conmovedor y lo mordaz de una manera tremendamente fluida y dinámica. *******
Continuará...
Por Juan Pairet Iglesias
Via: El séptimo arte
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