'Dune: La profecía' tiene un detalle esencial para entender todo su universo, y de paso justifica un aspecto fascinante de la ciencia ficción
Ambientada 10.000 años antes del nacimiento de Paul Atraides, la nueva serie de HBO es tan precuela como una precuela puede ser, y una que aprovecha para hacer realidad algunas imágenes icónicas que han vivido en la cabeza de los lectores. 'Dune: La profecía' tiene también otro propósito, continúa arrojando luz sobre algunos aspectos claves del worldbuilding de este universo: en especial su complicada relación con la tecnología.
En el mundo de 'Dune' sus habitantes tiene naves espaciales y vehículos enormes. Hay trajes voladores, escudos holográficos e incluso superpoderes por parte de algunos individuos. Sin embargo, los robots y la inteligencia artificial no se ven por ninguna parte. 'Dune: La profecía' explica esto y lo hace de hecho en sus primeros minutos. Fue la llamada Yihad butleriana la que dio fin a un imperio dominado por máquinas, y dio comienzo a un espíritu antitecnológico que se mantiene con una máxima descrita en el primer libro: "No harás una máquina a semejanza de una mente humana."
Aunque es algo que los lectores de las novelas ya conocían, es la primera vez que se introduce este concepto en la franquicia creada por Villeneuve. No es solo parte de la construcción del mundo, solo en el piloto se justifica su presencia en la trama, con algunas facciones siendo especialmente temerosas de cualquier artefacto que recuerde a la inteligencia artificial. Como muestra, la escena de la lagartija que aparece en cierto momento del episodio causando un gran pavor entre los asistentes.
Dando sentido al retrofuturismo
Esta aversión tecnológica puede ser uno de los puntos claves a lo largo de la temporada, y uno de los grandes elementos diferenciales de 'Dune' como historia. La mayoría de las grandes franquicias de ciencia ficción que consumimos en la actualidad tienen dos cosas en común: se crearon hace más de 30 años y son lo que se llama retrofuturistas.
Esto significa que reflejan el futuro desde un punto de vista del conocimiento del pasado, y eso hace que en lugar de ser especulativas (como 'Black Mirror', '1984' o 'The Year of the Sex Olympics') funcionen como alegorías históricas atemporales. 'Star Wars' se inventó en gran medida como respuesta a la guerra de Vietnam, 'El planeta de los simios' es un intento de resumir la condición humana y cuestionar su legado, y 'Dune' tenía mucho del espíritu ecologista y también antitecnológico del propio Frank Herbert.
Comparadas con historias más contemporáneas como 'Matrix', que juegan con sociedades y conceptos más actuales como la identidad, la cultura de masas o el miedo a internet, la epopeya de Paul Atreides tiene más que ver con épicas atemporales de la fantasía o las leyendas artúricas. Como también ocurre con 'Star Wars' (a menudo considerada un "western en el espacio") el mundo futuro está definido por solo un puñado de elementos que nos permiten mantenernos centrados en la aventura.
Pero al contrario que otras obras coetáneas, 'Dune' también ayuda a resolver un problema habitual del retrofuturismo. Desde la perspectiva de ciudadanos del futuro, es raro ver que mundos tan supuestamente futuristas como el de 'Star Wars' y 'Blade Runner' son a la vez tan analógicos. En 'Blade Runner 2049', cualquier ilusión de futuro distópico se evapora en cuanto vemos un logo de Atari, compañía que lleva en decadencia en nuestro mundo desde 1990 (después de que se creara el universo de la película).
'Dune' no tiene ese problema, este elemento clave de su lore ayuda a contextualizarlo por completo y explica, entre otras cosas, que se frenasen los avances tecnológicos hasta el punto de que tienen que pasar diez mil años para que vuelva a cambiar el status quo de los hombres (algo que la IA había conseguido en solo mil años) con la llegada de Muad'Dib.
En otra carambola temática que ya le gustaría conseguir a muchos otros novelistas con su obra, el miedo de 'La profecía' resuena mucho con el miedo actual que sentimos a la inteligencia artificial. El primer libro se escribió hace casi sesenta años, pero en pocas épocas se habría sentido más relevante que ahora.
Texto: Miguel Solo Foto/Via: Espinof
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