Dura menos de 90 minutos y está llena de acción sin diálogos. La nueva película de terror de Samara Weaving es un violento baño de sangre y ya está en streaming
Se estrena en plataformas de streaming ‘Azrael’, la nueva película dirigida por E.L. Katz y escrita por Simon Barrett, que se presenta como una especie de experimento de narración de terror mudo, ambientado en un mundo postapocalíptico en el que han pasado 100 años tras el Rapto Bíblico. Estrenada en el SXSW en marzo de 2024, y con parada en Sitges, el nuevo trabajo de Samara Weaving es una brutal lucha por la supervivencia contra sectarios humanos y amenazas sobrenaturales.
La idea para narrar sin ningún diálogo es sencilla: hablar se considera el pecado máximo, lo que lleva a la formación de sectas en los que el silencio es obligatorio, una premisa nacida a partir de una pesadilla recurrente de Barrett, lo que dio lugar a un guion casi totalmente desprovisto de texto, salvo una breve escena en esperanto, un guiño consciente a la película de culto de 1966 ‘Incubus’. Este silencio tiene sentido con su patrón cíclico de persecución y confrontación aunque también llega a ser repetitivo ver a Azrael huyendo constantemente, enfrentándose a sus enemigos con las mismas soluciones una y otra vez.
Demasiadas deudas a 'The Walking Dead'
El otoñal paisaje de Estonia crea un telón de fondo pastoral para su violenta secuencia de acontecimientos, aunque su estilo visual, captado por el director de fotografía local Mart Taniel, tiene demasiadas resemblanzas a la serie ‘The Waking Dead’, a lo que acompaña un vestuario parecido y una concepción tangible que realza las ideas postapocalípticas similares, no solo porque las criaturas sobrenaturales quemadas sean parecidas a zombis, sino porque los sectarios humanos evocan demasiado a ciertas comunidades de las últimas temporadas de la serie, como los susurradores, y algunas relaciones entre personajes parecen seguir la misma plantilla.
Weaving está imponente, como siempre, con un compromiso físico con el papel en las numerosas secuencias de acción y en las escenas de lucha, en las que se transforma en una fuerza de la naturaleza, aunque el desigual camino hasta ellas hace que el proyecto no esté a su altura, especialmente en algunas subtramas. La más tramposa es la que comparte con Nathan Stewart-Jarrett, un amante sacado de la nada que parece puesto para crear cierta ilusión de trama de venganza, que en sus revelaciones finales se muestra un recurso barato que solo añade más clichés y resta fuerza al motivo central, una variación evangélica de ‘La presa desnuda’ (1966), o una inversión de ‘Carrera con el diablo’ (1975).
Por suerte, la violencia en ‘Azrael’ es implacable y visceral, sobre todo en sus estupendos 15 minutos finales, donde el devenir irregular de lo transcurrido se redime en un crescendo de decapitaciones, degollamientos y sangre a chorro con buenos efectos tradicionales y maquillajes, una locura que contrasta con la busca de credibilidad con la que se ha ido afrontando el viaje, que habría agradecido un tono más cartoon, o al menos con una atmósfera más permeable a los enigmas de la naturaleza satánica de sus amenazas.
Race with the Devil
Su apuesta por la experiencia visual pura adolece de un estatismo bucólico que pide más información en imágenes, y la construcción del mundo que propone se resiente, con misterios, que lejos de provocar ambivalencias generan confusión sobre los motivos de ciertos sacrificios, embarazos y toda una subtrama contada vagamente con una serie de pinturas, pero sin un trabajo de montaje eficiente que plantee un verdadero interés por toda esa mitología que, incluso sin exponerse satisfactoriamente, sigue siendo lo mejor de la película, especialmente en su resolución.
La tétrica iglesia, con sus toscos murales y pasajes bíblicos, insinúa una película inexplorada que resulta tan frustrante como finalmente satisfactoria, al compartir elementos temáticos con otros estrenos de 2024 como ‘El último Late Night’, ‘Immaculate’ o ‘La primera profecía’, y presentarlos a través de un culto matriarcal en la que las mujeres son tanto opresoras como víctimas. Muchos elementos refrescantes que en sus 86 minutos pelados quedan en apuntes, pero tampoco se convierten en defectos, ya que su ambicioso planteamiento narrativo demuestra que el terror sigue siendo uno de los géneros más flexibles con el cine experimental.
Sin embargo, ‘Azrael’ se queda a medio camino. Es efectiva, tiene dos o tres secuencias memorables, Weaving cimenta su estatus de scream queen y ciertos efectos de criatura son estupendos (aunque no tanto como cierto primo hermano de ‘Evil’), no hay nada especialmente chirriante, pero nada tampoco que emocione hasta que coge la quinta marcha. Pero no es difícil tampoco quedarse con lo bueno y supone un paso adelante en la carrera de E.L. Katz, superando su sobrevalorada ‘Juegos sucios’ (2013) y el tibio final que acabó dando a su decepcionante temporada en la excepcional ‘Channel Zero’.
Texto: Jorge Loser Foto/Via. Espinof
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