'Los 4 Fantásticos: Primeros Pasos' es entretenidísima. Nos recuerda por qué nos enamoramos de Marvel, pero deja con un agridulce baño de realidad
A partir del número 3 de 'Los 4 Fantásticos', que se lanzó allá por diciembre de 1961 (con fecha en portada de marzo del año siguiente), el primer tebeo moderno de superhéroes que se atrevía a plantar cara a la entonces todopoderosa DC lo hizo con un nuevo eslogan: "¡La mejor revista de cómics del mundo!". No era solo una simple boutade típica de Stan Lee o una exageración absurda marca de la casa: en aquel momento, a inicios de los 60 y compitiendo contra los cómics de la Edad de Plata, anclados en una ya ajada narrativa, Marvel revolucionó el mercado mostrando a superhéroes con personalidad humana y compleja, tridimensionales, que crecían episodio a episodio y tenían que lidiar con sus propios problemas internos.
De alguna manera, sin Reed Richards, Sue Storm, Johnny Storm y Ben Grimm nunca habríamos tenido el Universo Marvel y los cómics de superhéroes habrían tardado muchos más años en crecer y evolucionar más allá de su target infantil. Pero, cuando años después se les ha querido rendir homenaje, todos los directores se han encontrado con el mismo problema: la explosión visual desbordante de imaginación creada por Jack Kirby es casi imposible de llevar a la gran pantalla, ni tan siquiera en dibujos animados.
Por eso, hasta el día de hoy, cada versión de los 4F había fracasado totalmente y sin remisión, ya fuera por falta de medios, de imaginación o de buenas ideas para llevar casi 65 años de cómics a la pantalla. Por suerte, finalmente, lo han conseguido. Más o menos.
La cosa pinta bien
Entiendo que estéis leyendo este texto con dudas y la ceja levantada. Es lógico y normal no fiarse de Marvel Studios a estas alturas, y yo tampoco lo haría: sus últimas películas han basculado entre lo mamarracho, lo intrascendente, el saco de la risa sin argumento o las ideas con mejores intenciones que resultados, y al final la decepción y el titubeo es lógico antes de enfrentarse a una nueva aventura superheroica. Sin embargo, 'Los 4 Fantásticos: Primeros Pasos' es, por suerte, una cinta totalmente independiente que no te obliga a hacer deberes previos y que -al menos aparentemente- se sostiene en un guion fuerte y cerrado, con una solidez en su propuesta que no veíamos desde 'Guardianes de la Galaxia vol.3'.
De hecho, sus primeros treinta minutos son deslumbrantes, repletos de colores vivos, con un montaje apasionante y un ritmo que nos recuerda a los mejores tiempos de las películas de superhéroes. 'Los 4 Fantásticos', en ese primer acto, revoluciona las películas de origen, da un abrazo a los lectores de cómics clásicos y nos devuelve la fascinación por la maravilla que ya habíamos olvidado después de tantos productos clónicos. Shakman no solo ha clavado el arte y la ambientación de esa Nueva York retro-futurista de otra dimensión, sino que también nos deja con la impresión de haber disfrutado de algo que, aún siendo más de lo mismo en demasiadas escenas, acaba sabiéndonos a algo completamente nuevo.
Tristemente, a partir de ese impresionante e imprescindible primer acto, la película se va desinflando ligeramente (sin dejar de ser nunca, como poco, entretenida) hasta llegar a la batalla final en el tercer acto, que acaba resultando muy decepcionante y apresurada y donde los personajes empiezan a actuar por instinto, ajenos a ningún tipo de motivación para ello, con un guion repleto de deus ex machina que pierden el tono y el interés que habían conseguido crear hasta ese momento.
Estela Plateada, en particular, que trata de repetir el arco que ya vivió en los fantásticos cómics de la Trilogía de Galactus, acaba siendo el personaje más damnificado: se necesitaban más minutos para explorar su arco argumental, y al final acaba siendo un simple maniquí al que se le podría haber sacado mucho más partido. Una oportunidad perdida.
La cosa puede mejorar
Sin embargo, este giro final hacia lugares comunes y un tanto facilones (incluyendo una exageración absurda del poder del amor materno-filial) no debería hacernos quietar la vista del majestuoso logro que ha conseguido Marvel: crear, por fin, la versión definitiva de 'Los 4 Fantásticos'. Reed, Sue, Johnny y Ben, lejos de la necesidad continua de Marvel por sobreexplicar y subrayar siempre cada acción, son personajes maduros, inteligentes y profundamente imperfectos que no necesitan tirar de la ironía o el sarcasmo para justificar sus errores (lo que no quiere decir, ojo, que no haya humor en la película).
Aunque algunos temas básicos de los cómics parecen haber desaparecido -tan solo quedan unos pocos retazos de la trágica personalidad casi shakesperiana de La Cosa- y en apenas dos horas es imposible poner el foco sobre los cuatro protagonistas por igual, todos quedan, como poco, delineados con un resultado más que solvente. Y no era una tarea precisamente sencilla.
Eso sí, aunque el trabajo creativo con los personajes roza lo fabuloso, no se puede decir lo mismo siempre del apartado visual, que nos regala algunas escenas icónicas (especialmente la primera aparición de Galactus, solucionando por fin el grave error de 'Los 4 Fantásticos y Silver Surfer' hace 18 años) pero rodea el valle inquietante en otras (con los rayos X de Sue como el mejor ejemplo posible). Eso sí, es problema del concepto en sí y no de los efectos visuales, ya que, mientras que en otras películas y series de Marvel se han notado incompletos, aquí se lucen. Reed Richards se estira como nunca -de manera mucho más natural que el Luffy de 'One Piece' o que Ms Marvel-, H.E.R.B.I.E es una gozada divertidísima de ver y nunca has disfrutado de La Cosa repartiendo tortas con esta severidad.
Solo hay un problema: los personajes no tienen las suficientes escenas de pelea para lucirse de verdad y dar rienda suelta a sus poderes. Son interesantes, pero no molan, por así decirlo. De hecho, durante todo el segundo acto la película se convierte en una space opera moral que ralentiza el ritmo trepidante del inicio: nunca llega a ser tediosa, ni mucho menos, y sirve para delinear mejor la personalidad del equipo, pero es imposible no preguntarse, al menos durante un tiempo, si son capaces de hacer algo con sus poderes más allá de pensar cuál será el siguiente movimiento a dar. Lo mismo ocurre con Estela Plateada, que tiene un arco de personaje ínfimo y una evolución repentina que corta en seco la película.
Frente a ellos está Galactus, al que han esculpido como un villano fantástico. Y no era fácil. Shakman podría haber caído en la caracterización fácil subrayando que tan solo es un tipo enorme que se come planetas, pero la película sabe representarle como lo que realmente es: una fuerza de la naturaleza necesaria que quiere aliviar su hambre infinita y su dolor de manos de su heraldo. Hace años quizá su figura habría provocado risotadas en la sala, pero casi dos décadas de cine de superhéroes ha llevado a que podamos normalizar conceptos algo "tontos" de cómic como este sin rechistar. No solo eso, sino que el resultado es alucinante, siempre se le toma en serio, la lucha (con sus problemas argumentales) acaba siendo épica y el diseño está a la altura de los mejores cómics de la empresa.
'Los 4 Fantásticos' es la película que demuestra que el cansancio superheroico puede solventarse a base de películas que realmente quieran innovar, devuelvan la pasión por la maravilla, renieguen de ser el clásico pega-pega de buenos contra malos y defiendan lo que los lectores de cómics sabemos desde hace años: que se pueden hacer muchas cosas en el cine que vayan más allá de la pereza de 'Capitán América: Brave New World', el sindiós plano de 'The Marvels' o el saco de pedos de 'Deadpool y Lobezno'.
Esta nueva adaptación del autoproclamado mejor cómic del mundo es liviana, divertida y única, con un estilo visual apasionante, escenas icónicas y cuatro miembros del grupo que, esta vez sí, logran ir más allá de un esquema superheroico básico. Tiene sus errores y va a ser difícil pasarlos por alto, pero si este es el camino por el que Marvel va a intentar transitar de ahora en adelante, habrá que darle la bienvenida de nuevo. La hemos echado de menos.
Texto: Randy Meeks Foto/Via. Espinof
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