Cuarto día superado en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, el cual se precipita inexorablemente y casi sin que nadie se percate al ecuador de su vida. El día fue suculento en cuanto a títulos, pero todo el mundo esperaba el plato fuerte, que llegaba por la noche. Era el primero de los dos únicos pases programados para el 'Valor sentimental' de Joachim Trier. A buen seguro, la película con más reputación y prestigio en el marco de esta 22ª edición del SEFF.
Antes de eso, la tarde dejaba un par de historias sumamente distintas, tanto en tono como en forma, pero a las que les unía lo más importante de ambas: la juventud presente en sus relatos. La primera llegaba desde Bélgica, se trataba de una ópera prima y era una producción dirigida a cuatro manos entre Charlotte Devillers y Arnaud Dufeys. Con un poco más de mordiente, 'We Believe You' podría haber terminado siendo un drama judicial de escándalo. Desgarra y sacude emociones (y convicciones), pero no llega a tocar hueso del todo, a pesar del magnífico papel protagonista de Myriem Akeddiou.
Como le pasase a la sublime 'Anatomía de una caída', la obra se sustenta en su guión, agudizado aquí por una interesante optimización del fuera de campo para recoger y no desechar las reacciones de los alegatos en el contencioso. Película muy resonante, mordaz y amplificadora de asuntos de delicada conversación social, como la desazón justificada que siente el ciudadano de a pie por el accionar arcaico de la justicia, o la problemática de la custodia de menores. Los niños, ese instrumento para todo (lo malo y lo bueno).
Desde Bélgica se viajaba hasta una Yuruk, territorio pueblerino de Macedonia del Norte. Allí se desarrolla la acción de 'DJ Ahmet', debut en el largometraje del también macedonio Georgi M. Unkovski que ganó dos premios en el Festival de Sundance. Una película que narra con gran encanto el coming-of-age en un lugar demasiado hostil para ser adolescente. Una aldea de un país balcánico sacudida por la música como conductora de emociones y de liberaciones. Esta es de las que encandilan a un público como el del SEFF, que así lo corroboró al terminar el pase con una de las ovaciones más incontestables de la edición.
La obra brinda una valiosa lección que a veces el cine se empeña en desestimar por convenciones obsoletas o por mero oportunismo narrativo: en la vida hay quien nos sigue, pero también están los que nos acompañan en nuestro impulso, para luego soltarnos la mano. Hay gente destinada simplemente a andar un parte del camino y hacerlo llevadero cuando este parece impracticable, para luego convertirse en lindos recuerdos de la infancia. El director de la película, también guionista, rebaja la intensidad de este mensaje con una dosis cómica perfecta, donde está rompedor el pequeño Agush Agushev.
Cuando el reloj de los Cines Nervión Plaza daba las 21:45, la sala 2 de este cine cerraba sus puertas para que comenzase la proyección que más anhelaban tanto los fieles del SEFF como los compañeros de prensa. Volvía cuatro años después de esa caleidoscópica mirada hacia el ser humano que fue 'La peor persona del mundo', un cineasta que empieza a labrarse un nombre muy serio entre la cinefilia festivalera y crítica, el noruego Joachim Trier, escoltado por su hombre de confianza en la escritura, su compatriota Eskil Vogt.
Su nueva película, 'Valor sentimental', está hecha del material con el que se forja un cinéfilo. Otra exhibición emocional de ese cineasta soberbio que es Trier, legitimando aquí al arte como medio que salva a personas que se ven incapaces de comunicarse con la gente que más quiere. El reparto es una cosa prodigiosa, sobre todo la pirámide paternofilial que forman Stellan Skarsgård, Inga Ibsdotter Lilleaas y Renate Reinsve, que es el pilar fundacional de la película. Cada lado de este triángulo representa estados distintos de la dinámica familiar, pero ninguno con una dimensión distinta de los otros dos. Equilibrio armónico al desarrollarse, pero apariencia heterogénea de los tres.
A Trier no le cuesta nada transitar entre actos, no arruga nunca el relato, aunque contornee una y otra vez el sombreado del drama, y sale airoso de la pirueta meta sobre la que la obra deposita mucho de su sentido. Se le está poniendo cara de Ingmar Bergman al noruego, que también tiene tiempo para tener un gesto impecable desde guión con Elle Fanning. Su personaje es mucho más que un utópico intérprete honesto e íntegro salido de Hollywood. Es una defensa a ultranza de la valía actoral de Fanning, un pulso a detractores o gente que cree que no da la talla. Detalle que quizá cambia una carrera por completo y del que se podrá hablar en 20 ó 30 años.
El tiempo parece que avanza más rápido cuando llega el SEFF. Nadie sabe cómo, pero ya está aquí el martes, ya se ha proyectado el primer pase de películas como la de Trier o el 'Nouvelle Vague' de Linklater (cuya crítica ya podéis leer aquí) y, de un modo más genérico, está a punto de consumirse la primera quincena del mes de noviembre. Aprovechen el festival mientras dure, porque luego la espera hasta el próximo noviembre se hace más que larga, tortuosa. ¡A los cines!
That's what I say.
Por Jesús Sánchez Aguilar
VIA: El séptimo arte

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