A través de una atmósfera opresiva, 'Subsuelo' explora los silencios, mentiras y tensiones soterradas bajo la superficie del seno de una familia marcada por un desgraciado suceso...
La última película de Fernando Franco es un poco como lo del vaso medio lleno o medio vacío: depende del momento, uno se viene arriba gracias a sus virtudes, o se viene abajo por culpa de sus carencias. Un complicado pero estimulante balanceo, por cuanto la película en cualquier caso, y a diferencia de la gran mayoría de thrillers, permanece con nosotros.
Aguardando, agazapada y en silencio, a la que la más mínima chispa nos recuerde su turbia presencia.
La de una película de estructura fragmentada y no lineal a la que le perjudica, quizá sobremanera, no tener un final sorpresivo o contundente. No ser de hecho una película sorpresiva o contundente, sino más bien una incómoda y molesta. Sutil, tenue... y no tan sutil ni tenue. Pero sí de un mal rollo soterrado, latente y contenido que recuerda a Michael Haneke.
'Subsuelo' no se constituye a través de golpes de efecto que puedan o no sorprender, sino de madurar poco a poco un cierto grado de incomodez. De una cuidada y molesta - por inquietante y morbosa- construcción de la definición de "malicia" a través de la fragilidad de unos vínculos familiares corrompidos, con aviesa distinción, por la culpa y el deseo.

Por Juan Pairet Iglesias
Via: El séptimo arte

Comentarios