'Wicked 2' cambió el significado del mítico camino de baldosas amarillas en la película: "Es una forma de opresión"

 

En 'Wicked: Parte II', el mítico camino de baldosas amarillas deja de ser el sendero luminoso y encantador que todos recuerdan de 'El mago de Oz'. De hecho, la película de Jon M. Chu junto al diseñador de producción Nathan Crowley lo convierten en algo mucho más oscuro, reinventando este icono cinematográfico en un símbolo que dialoga de forma escalofriante con nuestro presente.


Ya no es el trayecto colorido que recorrían Dorothy y sus amigos, sino una infraestructura construida con la sangre y el esfuerzo de animales y Munchkins sometidos por un Mago que, lejos de proteger Oz, lo está despojando de su diversidad y su voz. 

El camino más famoso

Como explicó Crowley en una entrevista con RadioTimes"El Camino de Baldosas Amarillas es un poco más complejo porque contamos una historia diferente. Les decimos que es una forma de opresión, no de alegría. El Mago lo está usando para talar el bosque de Oz. Y por eso teníamos que contar esa historia". Esa relectura -y la propia pérdida del color, del arcoíris y de la libertad- marca toda la secuela, que muestra cómo las estructuras del poder autoritario se cuelan en los símbolos que creíamos inofensivos.

La película muestra desde sus primeros minutos que el camino no nació de la magia, sino de la explotación. Los funcionarios obligan a los animales, que son despojados de su capacidad de hablar por órdenes del Mago (Jeff Goldblum) a fabricar cada ladrillo amarillo, hasta que Elphaba (Cynthia Erivo) interviene para liberarlos. El trato brutal que reciben estos seres funciona como una alegoría evidente de la esclavitud, desmantelando la idea del camino como un símbolo de esperanza para convertirlo en un recordatorio de lo que implica silenciar a una sociedad.

Crowley profundiza en ese subtexto explicando que, para la película era crucial retratar cómo se construyó realmente el camino y cómo ese proceso refleja la opresión de Oz. "Los Munchkins cultivaban todos los colores del arcoíris, pero ahora solo cultivan tulipanes amarillos", cuenta. Para la película, el equipo llegó a plantar un millón de tulipanes amarillos que servirían de base para el tinte con el que se fabrican los ladrillos en Munchkinland. El gesto no es solo visual: el abandono del arcoíris es también el abandono de una identidad.

Glinda en 'Wicked 2'

La estética monocromática del camino se convierte así en una declaración política dentro del propio mundo de Oz. "Están perdiendo su color y el arcoíris, y esa carretera tiene grandes consecuencias", reflexiona Crowley. Esa carretera única, inflexible, sustituye a la diversidad por un único tono, y su presencia marca la expansión del régimen del Mago. 

Texto:  Belén Prieto                                          Foto/Via: Espinof

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