[Oscar 2015] ‘Birdman’ sobrevuela una gala sin sobresaltos

La Academia desaprovecha al presentador Neil Patrick Harris en una ceremonia con pocas sorpresas y muchas ocasiones para el bostezo.

La espera había sido larga, las apuestas habían sido intensas (otra cosa ha sido su variedad) y los olvidos de la Academia habían sido clamorosos, pero nada de eso importaba ya. Estábamos en el umbral de la noche más larga del año (si eres un periodista de cine, claro), aquella en la que los cinéfilos pierden el sueño y en la que los hombres heterosexuales aprenden a distinguir entre el rosa palo y el rosa roto: los Oscar 2015 estaban a punto de llegar, con lo que el equipo de CINEMANÍA se hallaba en tensión, cual la Guardia de la Noche en el Muro de Juego de tronos, con un ojo puesto en el monitor y otro en la retransmisión de Canal +, y dispuestos a no perderse un detalle de la gala en el Teatro Kodak. ¿Lo conseguirían?
Para empezar, la noche nos obsequiaba con una alfombra roja sin alharacas, donde predominaban los modelos sencillitos (mención especial al Thakoon coral vestido por Anna Kendrick). Y nosotros esperábamos que tanta contención no fuese la tónica de la ceremonia: con unas candidaturas sin sorpresas positivas, y con un palmarés de lo más previsible, la única esperanza para evitar que se nos cerrasen los párpados era la de que Neil Patrick Harris lo diese todo, generando una marimorena de esas que ya lleva años liando en los premios Tony de Broadway. Y, mientras nosotros cavilábamos sobre esto, Margot Robbie (El lobo de Wall Street) acudía con un vestido negro vertiginoso y el compositor Hans Zimmer generaba comentarios de todo tipo gracias a su pasmina. Ah, y la estampa de un Bruce Dern rodeado por su familia nos hacía recuperar un poco la fe en la humanidad, en el cine y en todas esas cosas. Algo muy necesario cuando, por las redes sociales, circulan los comentarios clásicos de este tipo de eventos: ”Menudo culo le hace”, “¿Cómo se ha metido ahí dentro, aguantando la respiración?”, “Uno así me lo hago yo con las cortinas de mi casa”, etcétera.
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Imágenes como la de Felicity Jones, quitándose un paluego de los dientes a dedazo limpio, se lo ponían muy fácil a las malas lenguas. Una pena, porque el Alexander McQueen de la actriz británica era una verdadera preciosidad, tal y como puede testimoniar nuestro blog La Dolce VitaTanto, al menos, como el vestido rojo rubí de Rosamund Pike, el modelo (equivalente hollywoodiense al “arreglada, pero informal”) con el que se presentó Patricia Arquette, favoritísima en la categoría de Actriz Secundaria, y el Calvin Klein cuajado de perlas con el que Lupita Nyongo’o demostró una vez más que la elegancia y ella son una misma cosa. Eddie Redmayne, también nominado por La teoría del todo, era aclamado minuto a minuto como modelo de apostura masculina, mientras que Michael Keaton parecía bajo los efectos de una suma de copazos tras la cual cualquiera vería a Birdman caminando por Los Ángeles y Cate Blanchett combinaba un vestido negro con un collar Tiffany’s de forma matemáticamente perfecta. Dentro ya de lo jocoso, circularon tanto una foto enternecedora de Benedict Cumberbatch y Eddie Redmayne cuando ambos eran unos pipiolos, y un hoax según el cual Sonia Monroy se habría estado paseando por la alfombra roja vestida de bandera española. Un bulo, esto último, puesto que las fotos eran del día anterior.
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Por otra parte, y tras la propagación de un fake con mucho escote (en realidad, la foto era de Venecia 2012), Scarlett Johansson se presentó con un Versace verde y, sobre todo, con un peinado, que recordaban poderosamente (y para bien, ojo) a Gozer, de Los Cazafantasmas. Menos mal que Dan Aykroyd no andaba cerca, porque si no le hubiese exigido que se retirase a su mundo de origen o, en su defecto, a la más cercana y conveniente dimensión paralela. A falta de photobombs y similares, Emma Stone (dorada y formidable) y Jennifer Aniston nos regalaban una instantánea para el recuerdo en forma de abrazo chillao, mientras que Jennifer Lopez se reafirmaba como la más ilustre defensora de los escotazos desaforados en los Oscar. A estas alturas, el ídolo de los y las cumberbitches satisfacía a sus fans marcándose una carrerita por la alfombra roja. Ay, Benedict, qué listo que eres y qué contento tendrás a tu representante…
…Y, entonces, llegó el momento de acabar con los cotilleos. Precedido por una ovación que ni en los mejores años de Billy Crystal, Neil Patrick Harris salió al escenario del teatro Kodak, para acto seguido ponerse a la altura de las circunstancias con su truco infalible: un número musical en el que lucirse a base de canto, baile y cachondeo. Por si fuera poco con los talentos naturales del susodicho, Anna Kendrick Jack Black se sumaron para proporcionar más humor, la primera, y un poco de bilis a costa de los vicios de la industria, el segundo. En general, el espectáculo (no tanto el monólogo posterior, un tanto blandito) nos dio razones para mantener los ojos pegados a la gala. Y, además, Oprah Winfrey Emma Stone recibieron sendos Lego-Oscar. Qué bonito.

Con sus perlas y su simpatía, Lupita Nyongo’o llegó para entregar el Oscar al Actor de Reparto, iniciando su alocución con un recuerdo a Robin Williams: desde entonces, supimos que el minutaje de la gala se prolongaría mucho, porque cada vez que se mencionase Birdman habría que añadir aquello de “…O: La inesperada virtud de la ignorancia”. El galardón fue (¿alguien lo dudaba?) para J. K. Simmons, quien pronunció uno de esos discursos llenos de flema, sabiduría y emoción contenida propios de los veteranos que reciben el Oscar ya en la senectud. A continuación, Neil Patrick la tomó con la pobre Octavia Spencer antes de anunciarnos que formularía su propia quiniela para los premios, y presentando después a un Liam Neeson recibido por la orquesta con los sones de La lista de Schindler. El irlandés altísimo presentó dos de las nominadas a Mejor Película enviándole un recuerdo al colega Ralph Fiennes (El gran hotel Budapest) y esquivando polémicas con El francotirador. 
Acto seguido, Harris presentó a Dakota Johnson (50 sombras de Grey) como “La responsable de que tengas que explicarle a tu abuela el significado de spanking”. Como ya se había anunciado, la gala contaría con muchas actuaciones musicales, y la primera la protagonizó Adam Levine (Maroon 5), cantando Lost Stars, su canción nominada por Begin Again. Y, cuando estábamos cogiéndole ya el tranquillo a la cosa… ¡la primera pausa de publicidad!
Volviendo al estrado, Harris dejó caer algún chascarrillo ingenioso antes de dar pie a Jennifer Lopez Chris Pine para presentar el premio a Mejor Diseño de Vestuario: tercer Oscar de su carrera para la gran Milena Canonero (El gran hotel Budapest), y a otra cosa, mariposa. Durante el discurso de la diseñadora, todo sea dicho, Wes Anderson la miraba mudo y absorto y de rodillas, todo él devoción. Con su conjunto blanco y negro que tanto dio que hablar en la alfombra roja, la rubia sureña Reese Witherspoon hizo los honores en Mejor Maquillaje y Peluquería: segundo premio técnico para el filme de Wes Anderson. Frances Hannon, premiada junto a Bill Coulier, incluyó en sus agradecimientos a Bill Murray, lo cual siempre se agradece.
Muy cachas y con mucho esmóquin, Channing Tatum nos contó de qué va todo eso del #TeamOscar y de los jóvenes debutantes que ganaron el premio con sus cortos de 60 segundos, y tal. ¿Otra pausa publicitaria más? Madre mía, los realizadores nos están malacostumbrando… ¿Qué vamos a hacer con tanto tiempo libre para ir al baño?
Según Neil Patrick Harris, los siguientes en salir al estrado fueron “Nicole Kidman haciendo de Chiwetel Ejiofor, y Chiwetel Ejiofor haciendo de Nicole Kidman”. De ser así, la caracterización fue impecable: nosotros vimos a una señora australiana rubia con mucho bótox y a un señor africano muy agraciado. En todo caso, la pareja presentaba el premio a Mejor Película de Habla No Inglesa. Y, aunque nosotros cruzábamos los dedos y nos acordábamos de Relatos salvajes, finalmente fue Ida la que se llevó el ‘hombrecito’. Para haber dirigido una película tan austera y contenida, el director Pawel Pawlikowski se marcó un discurso tan hiperveloz (pese a lo cual, se salió del tiempo) como divertido y entrañable. “Hacer un Dani Rovira”, lo llamaron por ahí. Acto seguido, Shirley MacLaine presentó las candidaturas de Boyhood,  La teoría del todo Birdman a Mejor Película.
Y, entonces, Harris aprovechó para rendir homenaje a los ‘guardasitios’, esos figurantes que cubren los espacios vacíos en la platea cuando una estrella se levanta para ir al baño o estirar las piernas. Este reconocimiento duró poco, pero eso no nos importó: el número musical de Todo es fabuloso, con las cantautoras Tegan & Sara y ese genio de los sintetizadores ratoneros llamado Mark Mothersbaugh, se comió la gala con patatas, y nos recordó que (¡ay!) La Lego película fue una de las películas más injustamente desdeñadas por la Academia. 


“¿Cómo entrenar a tu dragón 2? ¿Qué pasa, que no lo entrenaron bien en la primera parte?”. En fin, Neil Patrick: si sigues sin bailar y haciendo chistes como éstos, no te extrañe que tu intervención decepcione. Pero no vamos a cargar las tintas, porque tocaba presentar el premio a Mejor Cortometraje de Ficción (The Phone Call), y cuando eso ocurre el público está a otras cosas. Los codirectores de The Phone Call fueron, tras el autor de Ida, los segundos oradores de la noche en ser expulsados del estrado a orquestazo limpio. Y, por si a alguien le importase, el ‘hombrecito’ al Mejor Corto Documental fue para Crisis Hotline: Veteran Press 1, un producto de HBO. En ese momento, cuando Viola Davis se asomó al estrado para presentar los Oscar honoríficos, nosotros reparamos en que ¡sólo llevábamos una hora de gala! ¡Todavía nos quedaban 180 minutos de parabienes, “and the Oscar goes to…” y chascarrillos sin fuelle! Por favor, Neil Patrick Harris, dale caña a lo tuyo o nos quedamos fritos encima del teclado… Al menos, Maureen O’Hara, Harry Belafonte, Hayao Miyazaki y Jean-Claude Carriére son unos titanes, y bien se merecían el recordatorio.

Las coñas anglosajonas sobre el acento británico y el estadounidense no funcionan si uno no habla la lengua de Shakespeare. Por eso, el diálogo entre Harris y David Olewoyo (Selma) nos dejó fríos, aunque el presentador lo aprovechase para lanzarle un pullazo a la Academia con su “Ah, ahora sí os gusta…”. Para colmo, I’m Gonna Miss You, la canción nominada por el documental Glenn Campbell, resultaba muy bonita, pero bajonera por lo demás. A decir de algunos tuiteros, el estado de la gala podía resumirse con esa imagen de Clint Eastwood observando a Neil Patrick con su mejor expresión Gran Torino. Echadle un vistazo, y veréis que llevaban razón.
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Tras la enésima vuelta de publicidad… ¡Neil Patrick Harris había desaparecido! El oportuno vistazo al backstage nos proporcionó la estampa del presentador en gayumbos, avanzando a los sones de un solo de batería cual un Riggan Thompson de la vida. La cara de Michael Keaton cuando Neil llegó al estrado en ropa interior era para verla. Enseñando su pecosa piel, el anfitrión presentó a Margot Robbie y Miles Teller: la sudafricana no pudo evitar un ataque de risa floja antes de comenzar con la excitante presentación… de los Premios Científicos y Técnicos, que se entregan dos meses antes de la gala y cuyo interés, si uno no está muy puesto en las cosas de la producción cinematográfica, no es excepcional. Por otra parte, si ni Sienna Miller ni Chris Evans salieron en Top Gun… ¿por qué les recibe la orquesta tocando el Take My Breath Away? En fin: dejémoslo en que el Oscar al Mejor Sonido fue a parar a Whiplash, que se llevaba así su segunda estatuilla. También desde lo sonoro, El francotirador anotaba su primera victoria de la noche como Mejor Montaje de Sonido.
Para recibir a Jared Leto, mesiánico él con su melena y su barba, los músicos bien podrían haber usado la BSO de Jesucristo Superstar. Pero no fue así: encargado de entregar el Oscar a Mejor Actriz de Reparto, el actor hizo el inevitable comentario a costa de Meryl Streep, y pronunció el nombre de la ganadora. La cual, mira tú por donde, fue Patricia Arquette (Boyhood). Fíjate, otro de esos premios que no se esperaba nadie, con los que nadie contaba. Así nos gustan a nosotros las galas: llenas de sorpresas. Bah, dejémoslo… Eso sí: antes de subir al estrado, Patricia volvió a estrujar las costillas de Emma Stone, regalándonos otra foto. Y pronunció un discurso emocionante, reivindicando la igualdad salarial para las mujeres. Y recibió el entusiasta apoyo de una Meryl Streep que la señalaba con entrega desde la platea. Así que, en general, bien.
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Custodiadas por Octavia Spencer y por Robert Duvall (cuya costumbre de dormirse en las galas fue recordada por el presentador), las predicciones de Neil Patrick Harris reposaban en una orna de metacrilato. Jesús, si nosotros hiciéramos lo mismo con las porras de la redacción… Recibido con The Hanging Tree, el ‘temazo’ de Los juegos del hambre: Sinsajo – Parte 1, Josh Hutcherson presentó a Rita Ora, que cantó su canción nominada (Grateful, de Beyond the Lights) llevando uno de los vestidos más discutidos de la noche. No es por nada, pero esta clase de melodías le salen mejor a Rihanna, sin ir más lejos. Después, llegó el Premio a Mejores Efectos Visuales, presentados por Chloë Moretz, su vestidazo y Ansel Elgort. Un deleite para fans de Christopher Nolan, puesto que Interstellar recibió el galardón y se llevó al menos una estatuilla. ¡Cambio! Kevin Hart Anna Kendrick salen a la tarima, con la orquesta intentando convencernos de que ambos estuvieron en Dirty Dancing, para presentar Mejor Corto de Animación. Buenas migas, la joyita de Disney que sirve de aperitivo a Big Hero 6, se llevó el Oscar de la categoría.

Aún quedan dos horas para que esto termine. Neil Patrick Harris sigue sin cantar ni bailar. Pero, al menos, se permite hacer un chascarrillo sobre La Lego película antes de recibir a Dwayne Johnson Zoë Saldana, presentadores de Mejor Largometraje de Animación. Descubrir que ‘The Rock’ llora con una magdalena con El rey león es bonito, que duda cabe. Y el premio fue para… Big Hero 6, una de las sorpresas más agradables de la temporada, y estupenda entrada de Marvel en el cine animado. Doblete, pues, para Disney, con galardones bien merecidos.
Tras el salto a publicidad, llegó el obligatorio discurso de la presidenta de la Academia Cheryl Boone Isaacs, con lo que podíamos seguir a nuestras cosas… salvo por aquello de equiparar las calles de Selma con las de Bagdad en El francotirador. Haremos como que no la hemos oído, señora. Una apología de la libertad de expresión, muy flojita si recordamos los “Je suis Charlie” de los Globos de Oro, marcó el discurso de la dirigente. Por una vez, la orquesta clavó el momento: Chris Pratt, que compareció junto a Felicity Jones, apareció con los sones de Hooked on a Feeling. Lástima que el actor y su compañera, presentadores de Mejor Diseño de Producción, no se arrancasen con un baile a lo Guardianes de la galaxia. El premio, por cierto, fue para El gran hotel Budapest, que pasó a contar con tres ‘hombrecitos’ a su nombre.

Idris Elba Jessica Chastain fueron recibidos con la melodía de Up Where We Belong (Oficial y caballero) para presentar Mejor Fotografía. Gracias al trabajo de Emmanuel ‘Chivo’ Lubezki, Birdman se estrenaba en la noche con otro galardón predicho hasta la saciedad. El mexicano cosechó así su segundo trofeo seguido, ya que en 2014 se llevó el Oscar por Gravity. 
Volvemos a la gala, con nada menos que Meryl Streep: a la señora, estupenda ella con su traje sastre, le toca presentar el obituario de rigor. Aplausos tímidos al desfilar nombres como Louis Jourdain, Virna Lisi, Anita Ekberg, Mike Nichols, Lauren Bacall y tantos otros, más o menos célebres, y ovación discreta ante la mención a Robin Williams. A nadie le hace gracia un memento mori, qué vamos a hacerle. Y, por si los ánimos no estaban ya bastante bajos, baladón a cargo de Jennifer Hudson. 
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Benedict Cumberbatch Naomi Watts, presentadores del Oscar al Mejor Montaje, nos alegraron un poco la vista: premio para Whiplash (el tercero, ya), y alivio para el espectador, quien constata que las categorías técnicas ya se están acabando y queda menos para los premios gordos. Terrence Howard anunció la candidatura como Mejor Película de Whiplash, precisamente, así como de The Imitation Game Selma. Acto seguido, un Neil Patrick Harris cada vez más desaprovechado tuvo ocasión de arrojar otra pulla, definiendo como “dos personas que merecen estar aquí” a los no nominados Jennifer Aniston David Oyelowo. La gran favorita, Citizenfour, fue anunciada por ellos como ganadora de Mejor Documental, pese a versar sobre un tema tan delicado como las revelaciones de Edward Snowden sobre los tejemanejes de la CIA. La directora Laura Poitras mencionó a Snowden en su discurso: pena que nadie captara los rostros de Clint Eastwood y Robert Duvall en ese momento.
Cuando un presentador necesita lanzar anzuelos para mantener al público pegado al asiento, es que la cosa va regulera en audiencias. Y nosotros ya habíamos perdido la cuenta sobre cuántas veces Neil Patrick Harris había mencionado la aparición de Lady Gaga y sus guantes (¿de fregar?) antes de un paso a publicidad: saque cada uno la conclusión que quiera. Normal que Octavia Spencer decidiera darse el piro… ah, que no, que a ella le tocaba recordarnos que la ceremonia de los Oscar 1965 se pospuso debido al asesinato de Martin Luther King. Referencia que precedía a la aparición de John Legend Common, interpretando esa joya soul titulada Glory. Ovación cerrada para el número musical más intenso y mejor montado hasta ese punto de la ceremonia.
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Tras semejante exhibición de talento, incluso Neil Patrick Harris se mostró entusiasmado. Y, con Let It Go (no podía ser de otra manera), Idina Menzel ajustó las cuentas con John Travolta por aquél desliz en la gala del año pasado, cuando se refirió a ella como ‘Adele Dazeem’. Al dúo le tocaba presentar el premio a Mejor Canción Original, lo cual hizo con mala leche y gracejo. Y podía estar escrito, pero igualmente fue un gusto ver cómo Glory se llevaba una de las dos únicas candidaturas para Selma. Ver ganar a Todo es fabuloso hubiera molado muchísimo, para qué lo vamos a negar, pero no se puede tener todo… Los compositores del tema, por otra parte, tuvieron el detalle de citar a la gran Nina Simone en su discurso: hacedles caso, haceos un favor y buscad los discos de esa incomparable mujer, ya mismo. De postre, una frase para la historia: “Tenemos más presos negros hoy que esclavos en 1850″. La platea entera se pone en pie e irrumpe en aplausos.
En este momento, Gozer la Gozeriana… ¡perdón! Scarlett Johansson llegó con su vestido verde kryptonita para presentar el homenaje a Sonrisas y lágrimas. Es decir, la esperadísima, anunciadísima, intervención de Lady Gaga. Tras el montaje conmemorativo de rigor, la matriarca de los ‘little monsters’ sorprendió… pero no por excéntrica, sino por contenida y elegante, cantando las melodías del mítico musical con vozarrón de Broadway. Toda una torch singer de las que ya no quedan, pese a los tatuajes. Calcúlese, pues, la emoción cuando Julie Andrews salió junto a ella al escenario para agradecer el homenaje. “Me has tocado el corazón”, dijo la diva antes de entregarle el Oscar a Mejor Banda Sonora a Alexandre Desplat: el doblemente nominado compositor se llevó su ‘hombrecito’ por El gran hotel Budapest. Cuatro trofeos, por el momento, para el filme de Wes Anderson (“un genio”, según el músico).

¡Hombre, Eddie Murphy, tú por aquí! Y para presentar, de entre todos los premios de la noche, el de Mejor Guión Original. Tu discurso es flojillo, pero como sirve para que Birdman se ponga por segunda vez en el palmarés, lo dejamos pasar: Iñárritu sube por primera vez (¿y única?) al estrado, mencionando en sus agradecimientos a Michael Keaton, no sea que “su hombre” (quien, por cierto, no para de mascar chicles) se lleve un chasco y salga del Kodak de vacío. Oprah Winfrey, reina de los talk shows y actriz de mérito, toma el relevo como presentadora de Mejor Guión Adaptado: en fin, no nos vamos a poner a hablar de robos de carteras y cosas así, pero The Imitation Game (que se estrenaba en la lista de ganadores) tal vez admita ciertos reparos como triunfadora en la categoría. En cualquier caso, el escritor Graham Moore se llevó otra ronda de aplausos cerrados al recordar que los suicidios de adolescentes LGBT siguen siendo una plaga y una lacra.
Ben Affleck, ese señor que cuando dirige (y, a veces, también cuando actúa, aunque la Academia no se entere) nos hace arrepentirnos de cada chiste que hemos hecho a su costa, presenta el Oscar al Mejor Director: premio gordo habemus, lectores. Y ni Linklater, ni Anderson, ni gaitas: sus proezas técnicas le valen a Alejandro G. Iñárritu su primer ‘hombrecito’, al que toma en los brazos con un suspiro que nos hace pensar que viene de correr en ropa interior por Mulholland Drive. “Llevo los calzoncillos auténticos de Michael Keaton: me aprietan un poquito y huelen a huevada”, explica el mexicano, aclarándolo todo.
Cate Blanchett (insistimos: magnífica) comparece para presentar Mejor Actor. Gracias a las previsiones y al aplausómetro, todos sabemos quién se la juega en esta categoría, pero aun así es un subidón ver a Mi… ¡Un momento! El ‘síndrome de Tom Hanks’ vuelve a imponerse, y es Eddie Redmayne quien se alza con la estatuilla, como ya había vaticinado su victoria en los premios del Sindicato de Actores. “Stephen Hawking y los enfermos de ELA [esclerosis lateral amiotrófica] son los verdaderos ganadores de este Oscar: yo sólo soy su custodio”, afirma el británico. Y tan patidifusos estamos, que el hecho de que Matthew McConaughey llegue al estrado a los sones de Eye of the Tiger (sin el albornoz ni los guantes de Rocky, pero citando al maestro Roger Ebert) nos deja iguales.
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‘Maziumacónajiu’ presenta el Oscar a la Mejor Actriz Principal, que esta vez sí se pliega a los pronósticos y va a parar a Julianne Moore por Siempre Alice. Ante la aclamación del público, la pelirroja se queda sin habla y suelta un suspiro digno de una folclórica, antes de revelarnos que “ganar un Oscar aumenta tu esperanza de vida en cinco años”. Tratándose de usted, doña Julianne, siempre serán pocos.
Por fin, tras tanto darnos la brasa, Neil Patrick Harris revela su porra de los Oscar, aunque a estas alturas (con una única categoría, la más gorda, por entregar) poco nos importa. Las predicciones de marras resultan más falsas que un duro de plástico: se nota que han sido concebidas a toda prisa durante la gala para hacer una broma fácil. Las risas de la platea suenan más a compromiso que a otra cosa, y nosotros estamos esperando que Sean Penn, el único e inimitable, anuncie a la ganadora de Mejor Película. Birdman se lleva su cuarto y definitivo Oscar de la noche, mientras que los tuiteros de México y Latinoamérica en general se hallan de fiesta mayor. La sonrisa de Michael Keaton, que acompaña a Iñárritu durante su discurso, es la de un hombre consciente de haber perdido la oportunidad de su vida (al menos, el director le permite tomar la palabra), mientras que Emma Stone, tomada del brazo de una comprensiva Naomi Watts, tiene pinta de querer abandonar el Teatro Kodak cuanto antes. El cineasta pide un buen gobierno para su país, y mejor trato para los inmigrantes mexicanos en EE UU.
Y así, de golpe y porrazo, abandonamos una gala decepcionante en muchos de sus aspectos, con premios repartidos y, sobre todo, con un presentador terroríficamente desaprovechado. A estas alturas, el cuerpo sólo nos pide cama, y allí es a donde vamos… Sabiendo que el año que viene volveremos a picar como unos pardillos, esperándolo todo de los Oscar y recibiendo muy poquito a cambio. Con ese alegre pensamiento os dejamos, cinemaníacos. 
Via:Cinemania

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