La precuela mutante de Bryan Singer ya ha llegado a España en su versión
con Anna Paquin. Nosotros la hemos visto, y esto es lo que nos ha
parecido.
En un mundo en el que las películas con superhéroes no suelen llegar al cine en sus versiones definitivas, el estreno de X-Men: Días del futuro pasado Rogue Cut es una anomalía muy bienvenida. Con X-Men: Apocalypse en el horno, Bryan Singer ha estrenado en formato doméstico el montaje que él considera ‘auténtico’ de su regreso a la franquicia mutante, prometiendo más acción, más flashforwards a la Tierra dominada por los Centinelas (esos robots a los que, como dice el bueno de Lobezno, sólo se les da bien matar a portadores del Gen-X) y, sobre todo, la presencia de una Anna Paquin con mecha blanca. Tras una campaña fulgurante en Change.org, la distribuidora 20th Century Fox ha estrenado el Rogue Cut en España a través de iTunes, nosotros hemos podido verlo, y ahora lo analizamos para descubrir si esta segunda versión vale realmente la pena o sólo es uno de esos ‘montajes del director’ cuyos añadidos acaban quedando como simple morralla. Nuestro veredicto, si bien no entusiasta, ha acabado siendo positivo, pero mejor vamos por partes…
Que las películas de superhéroes suelen sufrir mucho en la sala de montaje es algo que ya sabemos. Salvo valiosas excepciones, por suerte cada vez más habituales, los cineastas que se hacen cargo de ellas son mercenarios en espera del cheque y con poco interés por el material que adaptan al cine, mientras que las productoras las suelen ver como material palomitero sin demasiado valor intrínseco, que sufrirá tijeretazos mil antes del estreno y que raras veces tendrá el privilegio de un ‘montaje del director’ (aunque éste a veces pueda resultar toda una sorpresa: véase Daredevil). Así pues, sorprende que Bryan Singer haya decidido dar al público esta versión ‘completa’ de Días del futuro pasado, sobre todo contando con que X-Men 2 (posiblemente, su mejor película sobre los mutis) perdió cerca de once minutos de escenas, algunas de ellas bastante majas, que sólo fueron rescatadas como extras en el dvd. “Nunca he hecho un ‘montaje del director’ o una versión extendida de una de mis películas”, reconoció Singer a Yahoo! Movies, “pero esta vez sentía que debía hacerlo”. ¿Obedece este impulso a una necesidad creativa, o es sólo un desahogo? Veámoslo.
Si bien Rogue Cut no es inmune a las pegas (ninguna película lo es, y menos cuando hay que compararla en dos versiones distintas), hay que reconocer que Bryan Singer ha cumplido sus promesas: este nuevo montaje de Días del futuro pasado dura 18 minutos más que el original. Ahora bien, si estás esperando una reinvención radical que le dé la vuelta a tu percepción del filme, mejor buscas en otra parte. Como reconoce el propio director, gran parte de dicho minutaje se va en tomas de efectos especiales que él deseaba incluir, pero que no estuvieron listas a tiempo para el estreno de la película. Por otra parte, y más allá de lo puramente visual, podemos apreciar algunos diálogos añadidos: la mayoría son minúsculos, pero sirven para aportar un poco más de solidez a mutis que, como Bishop y Destello, pasaban por el primer montaje más como cameos o guiños para los fans que como personajes de verdad. En todo caso, muchas de estas aportaciones se quedan en pinceladas y sólo se aprecian si uno se conoce el filme de pe a pa. Que no es Apocalypse Now: Redux, vaya.
Salvando las excepciones de las que hablamos arriba, el Rogue Cut de X-Men: Días del futuro pasado fluye con normalidad durante su primera hora y media. Hugh Jackman parece sentirse más cómodo que nunca en su regreso al papel de Lobezno, el momento glorioso de Evan Peters como Mercurio sigue dejándonos entre boquiabiertos y muertos de risa, además de recordarnos lo bien que cantaba Jim Croce, y Michael Fassbender sigue resultando aquello que comunmente se conoce como “el puto amo (del magnetismo)”. Y es entonces cuando nos encontramos con la primera adición de peso al filme. Porque, si consideras que Jennifer Lawrence y Nicolas Hoult son dos actores muy talentosos, la inesperada escena que comparten Mística y Bestia resulta un bienvenido regalo: aquí hablamos de un momento medianamente largo (en torno a seis minutos, un tercio del total de los añadidos), intenso, que añade un nuevo enfoque a nuestra percepción de los dos personajes y que, además, servirá como un buen argumento para quienes creemos que el maquillaje y las prótesis, digitales o analógicas, no impiden que un intérprete muestre sus capacidades frente a la cámara. Siempre que esas capacidades existan, claro. Lo que más nos extraña de esta escena, en realidad, es que no llegase al montaje final.
Tras tanto tiempo sin novedades reseñables, el último tramo de esta versión nos da todas las novedades de un golpe. Y, tras el encuentro de Mística y Bestia, llega lo que (se supone) es su plato fuerte: la reaparición de Anna Paquin como Pícara, la mutante robapoderes. No os vamos a engañar: la excusa argumental que propicia este regreso es más bien floja, mientras que sus implicaciones en la trama (sobre todo en lo que se refiere a los Centinelas del siglo XXI y sus habilidades) son muy interesantes, pero nunca llegan a ser exploradas del todo. Y, sin embargo, a nosotros nos ha gustado. ¿Por qué? Pues porque da pie a Singer para aprovechar uno de los grandes aspectos del cómic original, ese en el que tanto se fijó James Cameron cuando escribía el guion de Terminator: para un lector de 1981, lo más impactante de Días del futuro pasado era ese montaje paralelo entre dos líneas temporales, mostrando a la vez a los X-Men de siempre (en perpetua crisis existencial y acosados por la mala pata, pero héroes al fin) y a esa versión futura y diezmada del grupo, hundida en la miseria y enfrentada a una misión condenada de antemano al fracaso. Ah, y también porque le sirve a Ian McKellen para lucirse como el Magneto que fue, y que nunca ha dejado de ser: quienes quieran comparar su manejo de los metales con el de Fassbender tienen aquí una oportunidad inmejorable.
Ya hemos llegado al final de nuestro repaso, y toca arrojar el veredicto: ¿se pueden dar por bien invertidas las dos horas y media del Rogue Cut? La respuesta puede parecer una perogrullada, pero aquí va: si eres fan de los X-Men, sí. Este montaje permite ver a los actores más en su salsa, les da ocasiones de lucimiento a varios miembros del reparto y, visualmente, presenta momentos más pulidos que su predecesora. Además, puede suscitar debates muy majos entre los lectores del cómic y aquellos que llegaron a la franquicia a través del cine, unos jurando por el santo nombre de John Byrne y otros diciendo que, como el Lobezno de Jackman, nada en el mundo. Nosotros hubiéramos echado de menos algo de protagonismo para Kitty Pryde (tanto por lo mucho que mola el personaje en las viñetas como por el desaprovechamiento de Ellen Page en el celuloide) y lamentamos alguna ocasión perdida para indagar en el cosmos mutantes, pero asumimos que nadie es perfecto. Y también reconocemos que este lanzamiento puede ser la ocasión perfecta para organizar una muti-party con tus amigos, disfrutando de la película frente al televisor y aliviando el síndrome de abstinencia previo al estreno de X-Men: Apocalypse.
En un mundo en el que las películas con superhéroes no suelen llegar al cine en sus versiones definitivas, el estreno de X-Men: Días del futuro pasado Rogue Cut es una anomalía muy bienvenida. Con X-Men: Apocalypse en el horno, Bryan Singer ha estrenado en formato doméstico el montaje que él considera ‘auténtico’ de su regreso a la franquicia mutante, prometiendo más acción, más flashforwards a la Tierra dominada por los Centinelas (esos robots a los que, como dice el bueno de Lobezno, sólo se les da bien matar a portadores del Gen-X) y, sobre todo, la presencia de una Anna Paquin con mecha blanca. Tras una campaña fulgurante en Change.org, la distribuidora 20th Century Fox ha estrenado el Rogue Cut en España a través de iTunes, nosotros hemos podido verlo, y ahora lo analizamos para descubrir si esta segunda versión vale realmente la pena o sólo es uno de esos ‘montajes del director’ cuyos añadidos acaban quedando como simple morralla. Nuestro veredicto, si bien no entusiasta, ha acabado siendo positivo, pero mejor vamos por partes…
Singer se saca la espina
Que las películas de superhéroes suelen sufrir mucho en la sala de montaje es algo que ya sabemos. Salvo valiosas excepciones, por suerte cada vez más habituales, los cineastas que se hacen cargo de ellas son mercenarios en espera del cheque y con poco interés por el material que adaptan al cine, mientras que las productoras las suelen ver como material palomitero sin demasiado valor intrínseco, que sufrirá tijeretazos mil antes del estreno y que raras veces tendrá el privilegio de un ‘montaje del director’ (aunque éste a veces pueda resultar toda una sorpresa: véase Daredevil). Así pues, sorprende que Bryan Singer haya decidido dar al público esta versión ‘completa’ de Días del futuro pasado, sobre todo contando con que X-Men 2 (posiblemente, su mejor película sobre los mutis) perdió cerca de once minutos de escenas, algunas de ellas bastante majas, que sólo fueron rescatadas como extras en el dvd. “Nunca he hecho un ‘montaje del director’ o una versión extendida de una de mis películas”, reconoció Singer a Yahoo! Movies, “pero esta vez sentía que debía hacerlo”. ¿Obedece este impulso a una necesidad creativa, o es sólo un desahogo? Veámoslo.
Promesas cumplidas
Si bien Rogue Cut no es inmune a las pegas (ninguna película lo es, y menos cuando hay que compararla en dos versiones distintas), hay que reconocer que Bryan Singer ha cumplido sus promesas: este nuevo montaje de Días del futuro pasado dura 18 minutos más que el original. Ahora bien, si estás esperando una reinvención radical que le dé la vuelta a tu percepción del filme, mejor buscas en otra parte. Como reconoce el propio director, gran parte de dicho minutaje se va en tomas de efectos especiales que él deseaba incluir, pero que no estuvieron listas a tiempo para el estreno de la película. Por otra parte, y más allá de lo puramente visual, podemos apreciar algunos diálogos añadidos: la mayoría son minúsculos, pero sirven para aportar un poco más de solidez a mutis que, como Bishop y Destello, pasaban por el primer montaje más como cameos o guiños para los fans que como personajes de verdad. En todo caso, muchas de estas aportaciones se quedan en pinceladas y sólo se aprecian si uno se conoce el filme de pe a pa. Que no es Apocalypse Now: Redux, vaya.
Dos matices de azul
Salvando las excepciones de las que hablamos arriba, el Rogue Cut de X-Men: Días del futuro pasado fluye con normalidad durante su primera hora y media. Hugh Jackman parece sentirse más cómodo que nunca en su regreso al papel de Lobezno, el momento glorioso de Evan Peters como Mercurio sigue dejándonos entre boquiabiertos y muertos de risa, además de recordarnos lo bien que cantaba Jim Croce, y Michael Fassbender sigue resultando aquello que comunmente se conoce como “el puto amo (del magnetismo)”. Y es entonces cuando nos encontramos con la primera adición de peso al filme. Porque, si consideras que Jennifer Lawrence y Nicolas Hoult son dos actores muy talentosos, la inesperada escena que comparten Mística y Bestia resulta un bienvenido regalo: aquí hablamos de un momento medianamente largo (en torno a seis minutos, un tercio del total de los añadidos), intenso, que añade un nuevo enfoque a nuestra percepción de los dos personajes y que, además, servirá como un buen argumento para quienes creemos que el maquillaje y las prótesis, digitales o analógicas, no impiden que un intérprete muestre sus capacidades frente a la cámara. Siempre que esas capacidades existan, claro. Lo que más nos extraña de esta escena, en realidad, es que no llegase al montaje final.
Volviendo a las viñetas
Tras tanto tiempo sin novedades reseñables, el último tramo de esta versión nos da todas las novedades de un golpe. Y, tras el encuentro de Mística y Bestia, llega lo que (se supone) es su plato fuerte: la reaparición de Anna Paquin como Pícara, la mutante robapoderes. No os vamos a engañar: la excusa argumental que propicia este regreso es más bien floja, mientras que sus implicaciones en la trama (sobre todo en lo que se refiere a los Centinelas del siglo XXI y sus habilidades) son muy interesantes, pero nunca llegan a ser exploradas del todo. Y, sin embargo, a nosotros nos ha gustado. ¿Por qué? Pues porque da pie a Singer para aprovechar uno de los grandes aspectos del cómic original, ese en el que tanto se fijó James Cameron cuando escribía el guion de Terminator: para un lector de 1981, lo más impactante de Días del futuro pasado era ese montaje paralelo entre dos líneas temporales, mostrando a la vez a los X-Men de siempre (en perpetua crisis existencial y acosados por la mala pata, pero héroes al fin) y a esa versión futura y diezmada del grupo, hundida en la miseria y enfrentada a una misión condenada de antemano al fracaso. Ah, y también porque le sirve a Ian McKellen para lucirse como el Magneto que fue, y que nunca ha dejado de ser: quienes quieran comparar su manejo de los metales con el de Fassbender tienen aquí una oportunidad inmejorable.
Conclusión con cromosomas
Ya hemos llegado al final de nuestro repaso, y toca arrojar el veredicto: ¿se pueden dar por bien invertidas las dos horas y media del Rogue Cut? La respuesta puede parecer una perogrullada, pero aquí va: si eres fan de los X-Men, sí. Este montaje permite ver a los actores más en su salsa, les da ocasiones de lucimiento a varios miembros del reparto y, visualmente, presenta momentos más pulidos que su predecesora. Además, puede suscitar debates muy majos entre los lectores del cómic y aquellos que llegaron a la franquicia a través del cine, unos jurando por el santo nombre de John Byrne y otros diciendo que, como el Lobezno de Jackman, nada en el mundo. Nosotros hubiéramos echado de menos algo de protagonismo para Kitty Pryde (tanto por lo mucho que mola el personaje en las viñetas como por el desaprovechamiento de Ellen Page en el celuloide) y lamentamos alguna ocasión perdida para indagar en el cosmos mutantes, pero asumimos que nadie es perfecto. Y también reconocemos que este lanzamiento puede ser la ocasión perfecta para organizar una muti-party con tus amigos, disfrutando de la película frente al televisor y aliviando el síndrome de abstinencia previo al estreno de X-Men: Apocalypse.
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