Incluida junto a otras cuatro como aquellos títulos musicados por Jerry Goldsmith que no tendrían cabida en este especial por cuanto había sido incapaz de encontrarlos en una exhaustiva búsqueda por los cuatro rincones de la red, he de agradecer la inestimable y providencial ayuda de mi compañero Alberto en brindar la oportunidad de que dos de dichas películas hayan causado baja de entre las inencontrables y finalmente vayan a poder ver la luz en el muy prolongado recorrido que haremos por la filmografía del maestro.
Un recorrido en el que finalmente sólo faltarán 'The Crimebusters' (id, Boris Sagal, 1962), 'The Travelling Executioner' (id, Jack Smight, 1970) —que el otro día se me pasó incluir en las no encontradas— y 'Pasiones en juego' ('Players', Anthony Harvey, 1979), y que hoy hace estación en el segundo de los numerosos westerns a los que Goldsmith puso música a lo largo de sus años de trayectoria profesional. Un nutrido grupo formado por algo más de una docena de producciones que, en ciertos momentos, servirán como perfecto ejemplo de la innata capacidad del compositor para trasladarnos al polvoriento far west.
'El rostro del fugitivo', a medias
Y lo cierto es que no es de extrañar dado que, ciñéndonos de forma exclusiva a sus títulos para la gran pantalla, lo que este nativo de Philadelphia firmó en los primeros años de su recorrido profesional es, casi en cada parada, de limitado interés cinematográfico. Afortunadamente no es ese el caso de lo encontramos en el western que hoy nos ocupa, un título que se ajusta a lo que hablábamos el otro día sobre el género en la entrada de 'Black Patch' (id, 1957) y del que resaltan tanto el trabajo de Wendkos como el de su protagonista, un espléndido Fred McMurray.
Del segundo, dos son las disquisiciones que habría que arrojar aquí. Una, que es de lejos lo mejor en términos interpretativos que ofrece la cinta —atención a lo hierático de Lin McCarthy como el sheriff— y se merienda a placer a todos sus compañeros. Y dos, que lejos de ser lo mejor que pudimos verle a MacMurray en la gran pantalla —ahí estaba Billy Wilder para arrancarle su más grande papel en la incomensurable 'Perdición' ('Double Indemnity', 1954)—, es el personaje de Jim Larsen, ese fugitivo de la justicia que da título al filme, una espléndida muestra del buen hacer del bonachón actor.
Desafortunadamente, a la suma de lo que dirección y actor ofrecen, vienen a restarse valores como un montaje bastante pobre que sólo brilla en el citado final, unos actores que nunca terminan de creerse a sus personajes —y, por tanto, ¿quién va a creérselos a ellos?— y un guión que toca palos de sobra explorados en anteriores producciones del género y del que nunca puede afirmarse que la sorpresa sea la estrella que lo guía. Y de la música, ¿qué cabría afirmar sobre la música? Pues más o menos lo mismo.
'El rostro del fugitivo', la música
Sin edición en disco que corrobore las impresiones que se van obteniendo durante el visionado de la cinta son las correctas, y que no es abundante lo que puede destacarse aquí, está muy claro que por mucho talento que tuviera Goldsmith desde el comienzo de su andadura, las limitaciones propias de la práctica profesional en aquellos años, con varios proyectos cinematográficos simultaneándose con lo que el músico estaba llevando a cabo en la televisión, dejaban poco o ningún espacio a un normal desarrollo de la creatividad y terminaban provocando que fuera complicado aportar sonoridades que sumaran valores de entidad a la experiencia cinematográfica.
Via:blog de cine
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