Es frecuente ver en las películas del canadiense Jean-Marc Vallée a sus personajes protagonistas buscándose a sí mismos. Así pasó con el adolescente de 'C.R.A.Z.Y.'
(2005), que tras descubrir que es diferente, reprime sus tendencias más
profundas y lucha por forjarse una identidad. Algo parecido le ocurrió
al cowboy de 'Dallas Buyers Club' (2013), que ve cómo sus principios más básicos se tambalean cuando se contagia del virus del sida.
Y por supuesto, no hay que olvidar a la joven de 'Alma salvaje' ('Wild', 2014) que recorre miles de kilómetros intentando encontrarse a sí misma. En su último film, 'Demolición' ('Demolition', 2015), Vallée recurre de nuevo a la fórmula que tan bien le ha venido funcionando y vuelve a depositar el gran peso de su propuesta en un carismático actor principal, Jake Gyllenhaal, que interpreta a Davis, un personaje que pasa por una fuerte crisis existencial.
La historia es sencilla: Davis Mitchell es un broker de éxito que luchará por entender su desconexión emocional
tras perder a su esposa en un accidente de coche. Aunque aparentemente
no consigue sentir nada, su vida continúa desmoronándose y lo que
comienza como una carta de queja a Champion Vending, una compañía de
máquinas expendedoras de chucherías, se convierte en una serie de cartas
que revelan impactantes declaraciones personales.
Las extrañas cartas de Davis consiguen captar el interés de la representante de servicio de atención al cliente, Karen (Naomi Watts). En medio de sus propias cargas emocionales y financieras, los dos extraños forman una rara conexión y con la ayuda de Karen y su hijo Chris, se producirá en Davis una extraña catarsis, un proceso de reconstrucción que comenzará con la demolición de la vida que éste alguna vez conoció.
En otras palabras, ‘Demolición’ es una película sobre el proceso del duelo, pero no sobre un duelo convencional. Cada persona lo lleva de una manera y en esta ocasión, el protagonista necesita derribar los muros que le impiden sentir. Por eso le urge demolerlos, para eliminar todo aquello que se interpone entre él y el dolor. La destrucción comenzará desde lo más material (los muebles de la casa, los del trabajo…) hasta lo más intangible (relaciones sociales, tanto familiares como laborales).
Es curiosa la manera en que Vallée estructura la memoria de David y
la forma en la que éste va aceptando la muerte de su esposa. En lugar de
recurrir a lánguidos flashback sobre sus vidas antes del accidente, los
recuerdos de Davis son más sensaciones que otra cosa (pero siempre
haciendo hincapié en la falta de emoción), lo que consigue que en todo
momento estemos pendientes de que se venga abajo y rompa a llorar, si esto significa que va a poder sentir de nuevo.
‘Demolición’ mantiene un ritmo estupendo y es su particular enfoque lo que hace que la propuesta sea tan atractiva. Además, ver en escena Davis (Gyllenhaal) y Chris (Judah Lewis) es maravilloso, cuando están juntos consiguen un recrear un ambiente auténtico y vigorizante para el film, no solo por la versatilidad del Gyllenhaal, sino también porque Lewis, en su primer papel fuera de la TV, da en el clavo como adolescente con la misma cantidad de arrogancia que de vulnerabilidad.
El trabajo de Gyllenhaal es de una exquisitez estupenda, de los mejores que he tenido la ocasión de ver. Ofrece una interpretación llena de matices,
moviéndose como pez en el agua entre dos terrenos: la inmovilización
entumecida e insensible inicial y el posterior abandono físico al que se
somete por su necesidad de sentir algo, aunque sea un dolor corporal
que supla el emocional del que carece (se deleita pisando clavos y
recibiendo disparos en el pecho con un chaleco antibalas).
El personaje de Watts, sin embargo, está algo más desdibujado. Aunque la manera de conocer a David deja entrever que pueda haber un romance entre ambos, ni la química que tienen ni la situación vital de él están a favor de ello. Aún así, su personaje es necesario en la trama, convirtiéndose en uno de los hilos conductores más importantes. Por su parte, Chris Cooper no está tan fascinante como en otros papeles —veáse por ejemplo, ‘American Beauty’ (1999)— pero se defiende muy bien.
A pesar de las últimas escenas de la cinta, bastante peor ejecutadas que el resto y en las que se pierde un poco el ritmo, ‘Demolición’ es un film que nos hará reflexionar durante y después de su visionado. Si os preguntáis si mereca la pena ir a verla, la respuesta es que sí, porque aunque es un drama en toda regla, hay en él buena cantidad de comedia excéntrica, gracias a ese personaje protagonista que, a pesar de tener el corazón estropeado, se las arregla bien para llegar al nuestro.
Lo mejor: Sin duda, Jake Gyllenhaal, que ha demostrado valer para cualquier papel.
Lo peor: El guión de Bryan Sipe pierde fuerza en los últimos compases del film.
Via:blog de cine
Y por supuesto, no hay que olvidar a la joven de 'Alma salvaje' ('Wild', 2014) que recorre miles de kilómetros intentando encontrarse a sí misma. En su último film, 'Demolición' ('Demolition', 2015), Vallée recurre de nuevo a la fórmula que tan bien le ha venido funcionando y vuelve a depositar el gran peso de su propuesta en un carismático actor principal, Jake Gyllenhaal, que interpreta a Davis, un personaje que pasa por una fuerte crisis existencial.
Buscando las causas de la (no) emoción
Las extrañas cartas de Davis consiguen captar el interés de la representante de servicio de atención al cliente, Karen (Naomi Watts). En medio de sus propias cargas emocionales y financieras, los dos extraños forman una rara conexión y con la ayuda de Karen y su hijo Chris, se producirá en Davis una extraña catarsis, un proceso de reconstrucción que comenzará con la demolición de la vida que éste alguna vez conoció.
En otras palabras, ‘Demolición’ es una película sobre el proceso del duelo, pero no sobre un duelo convencional. Cada persona lo lleva de una manera y en esta ocasión, el protagonista necesita derribar los muros que le impiden sentir. Por eso le urge demolerlos, para eliminar todo aquello que se interpone entre él y el dolor. La destrucción comenzará desde lo más material (los muebles de la casa, los del trabajo…) hasta lo más intangible (relaciones sociales, tanto familiares como laborales).
'Demolición': destruir para reconstruir
‘Demolición’ mantiene un ritmo estupendo y es su particular enfoque lo que hace que la propuesta sea tan atractiva. Además, ver en escena Davis (Gyllenhaal) y Chris (Judah Lewis) es maravilloso, cuando están juntos consiguen un recrear un ambiente auténtico y vigorizante para el film, no solo por la versatilidad del Gyllenhaal, sino también porque Lewis, en su primer papel fuera de la TV, da en el clavo como adolescente con la misma cantidad de arrogancia que de vulnerabilidad.
Un inmejorable Jake Gyllenhaal
El personaje de Watts, sin embargo, está algo más desdibujado. Aunque la manera de conocer a David deja entrever que pueda haber un romance entre ambos, ni la química que tienen ni la situación vital de él están a favor de ello. Aún así, su personaje es necesario en la trama, convirtiéndose en uno de los hilos conductores más importantes. Por su parte, Chris Cooper no está tan fascinante como en otros papeles —veáse por ejemplo, ‘American Beauty’ (1999)— pero se defiende muy bien.
A pesar de las últimas escenas de la cinta, bastante peor ejecutadas que el resto y en las que se pierde un poco el ritmo, ‘Demolición’ es un film que nos hará reflexionar durante y después de su visionado. Si os preguntáis si mereca la pena ir a verla, la respuesta es que sí, porque aunque es un drama en toda regla, hay en él buena cantidad de comedia excéntrica, gracias a ese personaje protagonista que, a pesar de tener el corazón estropeado, se las arregla bien para llegar al nuestro.
Lo mejor: Sin duda, Jake Gyllenhaal, que ha demostrado valer para cualquier papel.
Lo peor: El guión de Bryan Sipe pierde fuerza en los últimos compases del film.
Via:blog de cine
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