El nuevo milenio puede parecer una
franja psicológica
para muchos aspectos de la historia y la cultura, pero en realidad, hay
una correspondencia más o menos significativa con los hechos que
tuvieron lugar en sus primeros años. No solo la expansión de la
tecnología digital e internet, también el
11 de septiembre y sus consecuencias bélicas marcaron el tono de las siguientes dos décadas, de manera que aún lo estamos viviendo.
El cine de terror lo asimiló de una forma casi
virulenta, viviendo un cambio de ciclo asombroso, tras abandonar la
década que no le fue demasiado amable. La explosión de
los años 2000
y el posterior amoldamiento a las nuevas reglas ha dado muchas buenas
obras, varias notables y otras interesantes. No están todas porque no
caben aquí, pero esta pequeña selección es fundamental para entender qué
ha sido y hacia dónde va el género en el siglo XXI. Sirva esta lista
como una ampliación sobre
la selección de mi compañero Mikel Zorrilla.
‘Jeeper Creepers’ (2001)
Discutida en su momento y en nuestros días. Tanto esta como su segunda parte actuaron como
eslabón perdido para el terror adolescente
post-Scream y la explosión de terror sucio de los 2000. Estrenada tan solo
un mes antes del 11-S,
esta pequeña serie B de monstruo inexplicable puede considerarse una de
las puntas de lanza más esenciales del regreso a los setenta en el cine
de su década, incluido el torture porn.
Victor Salva invocó a ‘
El diablo sobre ruedas’ (Duel, 1971),
Wes Craven y Tobe Hooper para dar el pistoletazo de salida al milenio.
‘Mulholland Drive’ (2001)
Fuera de modas, lejos de los movimientos que llevan el género a mutar y evolucionar, la entrada de
David Lynch al nuevo milenio fue por la puerta grande. Su estudio de la decadencia del sueño americano nos explicó
cómo funcionan las pesadillas.
Su lógica retorcida y su textura onírica para describir un Hollywood
devorador de almas funciona como perfecto reverso oscuro de ‘
La la land’ (2016), pero la diferencia es que en vez de musical clásico, Lynch ofrece una
sinfonía de horror inigualable, etéreo, confuso pero lo suficientemente intuitivo como para aterrar.
‘Session 9’ (2001)
Otra de las
piedras angulares de lo que vino después
fue este pequeño esfuerzo independiente que devolvía el cine de terror a
una concepción oscura, seria y atmosférica. La irrupción de las cámaras
digitales permitió que nuevas voces, como
Brad Anderson,
demostraran que en el género también hueco para actores adultos, que
era mucho más que el slasher y que los clásicos “recientes” como ‘
El Resplandor’ (The Shining, 1980) podían ser tomados como punto de partida y
volver a causar miedo. Del que se mete bajo la piel.
‘May’ (2002)
El descubrimiento de
Lucky McKee y la divina
Angela Bettis.
Un estudio del marginado con modos de comedia romántica underground
cruzado con las sensibilidades del cine de terror italiano. Una mezcla
imposible que conseguía convertir a la ingenua May en el monstruo más
simpatético en lo que va de siglo. Una de las primeras muestras de
terror indie, completamente a contrapelo de las tendencias, en ese batiburrillo de
creatividad y posibilidades que se acumularon en los primeros años de los 2000.
‘La Maldición’ (Ju-on, 2002)
Uno de los primeros éxitos del terror japonés post ‘
The Ring’ (Ringu, 1997) y, probablemente el mejor en el terreno
kaidan de este siglo.
Takashi Shimizu
ya la había hecho y la volvería a hacer unas seis veces, pero esta
versión, particularmente, es una de las películas de terror más
espeluznantes del subgénero. Después vendrían las parodias, los ‘
Sadakos vs Kadako’ y las tantas fantasmas de pelo negro que aguaron el poder de provocar pánico de este primer germen. Como la de
Nakata, su tipo de horror aún sigue influyendo en occidente.
‘Amanecer de los muertos’ (Dawn of the Dead, 2004)
Aunque borró el trasfondo irónico de
Romero, esta obra maestra consiguió quedar a la altura de su original gracias al delicioso guion de
James Gunn. No sólo demostró que los
remakes eran más que un subgénero en sí mismo y que podían funcionar, sino que borró el sabor de boca del anticlímax de ’
28 días después’
(28 days later, 2002) mejorándola y levantando una polvareda que
resucitó de nuevo el género de zombies. Pocas han estado a su altura
después, quizá solo ‘
La tierra de los muertos vivientes’ (Land of the Dead, 2005) y ‘
Planet Terror’ (2007).
‘Zombies Party’ (Shaun of the Dead, 2004)
El complemento perfecto de la anterior, es la
versión paródica del cine de
Romero,
probablemente la más afectuosa y la que mejor ha entendido todo su
universo y su poder de sátira. La primera (y mejor) entrega de la
trilogía del cornetto, nos descubrió al dúo
Frost-Pegg y al director
Edgar Wright,
que causaría a su vez una ola de imitaciones e intentos de llevar a
buen puerto la difícil mixtura de terror y humor en el cine. Además, no
ha habido muchas
películas de zombies que consigan hacer reír sin caer en la manida “humanización” de los muertos vivientes.
'The Descent’ (2005)
La película más popular de
Neil Marshall generó todo una avalancha de imitaciones en el mercado de vídeo. Aunque fuera más imperfecta y modesta, un servidor prefiere
‘Dog Soldiers’
(2002), pero la aventura subterránea de este grupo de mujeres contra
mutantes escondidos en la oscuridad fue tan popular que su legado la
hace merecedora de esta lista. ‘
The Descent’ representaba muy bien el terror físico, violento y
sin miedo al gore que caracterizó la década de los 2000.
‘Wolf Creek’ (2005)
De toda la maraña de
Torture Porn que apareció
en el contexto del nuevo siglo era difícil distinguir entre la paja
perecedera y obras con cierto contexto, que fueran más allá de la imagen
del
tipo en una silla siendo mutilado.
Greg McLean se separó de los ‘
Hostel’ (2005) y los
‘Saw’ (2004) para ofrecer un perfil aterrador de un psicópata modelado desde el típico paleto del
outback australiano. El director ofrece una visión gloriosa del
desierto despoblado investigando sus mitos a través de la violencia. Tuvo secuela y una
fantástica miniserie de tv.
‘Las colinas tienen ojos’ (The Hills Have Eyes, 2006)
Si hay un
remake que a todas luces es
superior al original es esta revisión del
clásico de
Wes Craven a manos del Francés
Alexandre Aja. Aún hoy su mejor película, el director sublima el estilo del terror extremo francés que el mismo inició con ‘
Alta tensión’ (Haute Tension, 2003) pero esta vez lo consigue acabar sin un final tramposo. Uno de los mejores
survival horror del subgénero de mutantes caníbales que reinició la fantástica ‘
Km 666’ ( Wrong Turn, 2003) y sigue abrumando por sus
fantasmales paisajes nucleares y sus deformes habitantes.
‘Silencio desde el mal’ (Dead Silence, 2007)
Toda la semilla del
terror de los 2010, muy marcado por el famoso “estilo James Wan” de las extraordinarias sagas ‘
Insidious’ (2010) y ‘
Expediente Warren’ (2013) ya se encontraba en esta huida hacia adelante del director de ‘
Saw’. En ella virtió todo su dominio de la
set piece de horror junto a la fascinación por la imaginería gótica de
Mario Bava y Argento. La diferencia con sus terrores posteriores es que
no se cortó con la sangre ni un poquito, pero toda la ola de terror 2010 puede entenderse gracias a este fracaso de taquilla que
aún hoy es su mejor obra.
‘Truco o trato: Terror en Halloween’ (Trick ‘r Treat, 2007)
Las
antologías de terror son un género complicado. Es extremadamente difícil que alguna cumpla el requisito de tener
todas sus historias a la altura. El debut de
Michael Dougherty consiguió estar, al menos, a un gran nivel. Probablemente la más completa desde ‘
Creepshow’ (1982), ‘
Truco o trato’
es un pedacito de todo lo que nos entusiasma de la noche de difuntos
condensado en una pequeña y delicioso carrusel de atmósferas y leyendas.
Personalmente prefiero su ‘
Krampus’ (2015), pero esta antología es un imprescindible de cualquier maratón de
Halloween.
‘La niebla’ (The Mist, 2007)
Frank Darabont logra (de nuevo) una de las
mejores adaptaciones al cine de la obra del escritor
Stephen King. El director planteó una
historia Lovecraftiana, una película de monstruos, a través de la estructura dramática de ‘
La noche de los muertos vivientes’
(Night of the Living Dead, 1968), logrando destilar el drama humano de
aquella con una sensibilidad actual, aplicando toda la violencia del
cine de terror de su época. El resultado fue
el germen de la propia ‘
The Walking Dead’ (2010-) que el mismo puso en movimiento tal y como la conocen sus fans.
‘Grindhouse’ (2007)
Parece que cuesta acordarse de lo que fue todo un
evento cinematográfico en la década de los 2000. Nada menos que
Tarantino y Robert Rodríguez haciendo un homenaje a las sesiones dobles de la calle 42, con hilarantes
tráilers falsos de
Edgar Wright, Rob Zombie y Eli Roth. Una fiesta en la que
Tarantino ofrecía un inquietante thriller entre el
giallo y Russ Meyer con un gigantesco
Kurt Russell y
Rodríguez un despiporre grumoso entre
Lamberto Bava, Fulci y John Carpenter. Tres horas memorables inéditas en España tal y como se disfrutaron en EE.UU.
‘Al interior’ (À l'intérieur, 2007)
Del puñado de
poetas de lo grotesco que aparecieron siguiendo la estela de
Alexandre Aja en Francia, el dúo formado por
Alexandre Bustillo y Julien Maury es el único que ha seguido perpetuando algún proyecto con interés. De aquel pack de películas ‘
Al interior’ es la más estimable por su capacidad de concreción. La maternidad vista como un
Grand-Guignol de figuras de tragedia griega
ensangrentadas. El poder de sus imágenes en rojo resulta casi lírico, y su tensión irrespirable. El
remake perpetrado diez años después, muy prescindible.
‘30 dias oscuridad’ (30 Days of Night, 2007)
Si la década de los 2000 fue una
explosión ascendente y progresiva para el cine de terror, tuvo su punto álgido
en el año 2007, en el que la cantidad de filmes reseñables desestabiliza cualquier recuento.
David Slade, antes de ser fagocitado por el mundo televisivo de Brian Fuller, consiguió
plasmar con éxito el cómic homónimo de
Steve Niles, usando un tono gélido como el emplazamiento nevado de la acción, que le permitió mimetizarse con las vibraciones áridas del
Carpenter de ‘
La Cosa’ (The Thing, 1982). Una infravalorada pieza de género ya de culto.
‘Lake Mungo’ (2008)
Los 2000 también fueron la etapa de explosión del estilo
found footage. Con el mismo apareció su primo hermano, el
mockumentary, y por supuesto el cine independiente tomó buena nota. De la gran cantidad de películas salidas del movimiento
muchas aún quedan en el recuerdo colectivo, como
‘Rec’ (2007) o ‘
Monstruoso’ (Cloverfield, 2007), pero pocas poseen el calado y capacidad de revisionado que esta
fascinante historia de lo inexplicable. Junto a
‘The Black Door’ (2001) y ‘Noroi’ (2005) es el sagrado triunvirato del subgénero.
‘Déjame entrar’ (Låt den rätte komma in, 2008)
Un cuento de hadas
decadente y oscuro. Su ritmo desacompasado se equilibra con los
hipnóticos parajes helados de la Suecia residencial que retrata. Una
historia de vampiros maquillada de drama de iniciación, con una tierna pero perturbadora amistad romántica entre
un niño y un vampiro sin género definido. La cantidad de elementos subversivos que atesora no se ven a simple vista, pero su final debe ser
la coda más cruel, antiromántica y espeluznante que se ha hecho pasar nunca por un final feliz.
‘La casa del diablo’ (The House of the Devil, 2009)
El fenómeno del
mumblegore marcó la
primera mitad de los 2010, aunque no tuviera mucho gore, era una manera de aplicar el término
mumblecore del
cine indie
a las producciones de terror. Caracterizadas por bajos presupuestos y
libertad creativa absoluta, en muchas de aquellas obras había ideas,
pero
pocas de sus muestras eran sólidas como plantar raíces. De todo ese pack de directores destaca
Ti West y su mejor obra es esta
mimetización setentera que construía la tensión sin prisas y dejaba un sabor de boca
amargo como la hiel.
‘Cisne negro’ (Black Swan, 2010)
Vendida como un thriller psicológico más,
este acercamiento de
Aronofsky a los terrenos de la paranoia polanskiana tiene sus raíces enquistadas en el
giallo, con momentos y escenas compartidas con el anime ‘
Perfect Blue’ (1997) de
Satoshi Kon y la fantasía oscura italiana ‘
Étoile’ (1989). Un tour de forcé para
Natalie Portman,
que va desde la fragilidad a la angustia mientras las alucinaciones a
su alrededor se convierten en una pesadilla digna de un pasaje de ‘
Las zapatillas rojas’ (The Red Shoes, 1948).
‘Stake land’ (2010)
El descubrimiento de un gran talento, como es
Jim Mickle,
que lleva ventaja a la gran mayoría de directores independientes de su
generación. Posiblemente, lo mejor que ha dado la filosofía de cine de
Larry Fesseden, con su productora
Glass Eye Pix. Esta road movie postapocalíptica es
la secuela del cine zombie de Romero que habríamos querido ver. Un
coming of age salvaje, fascinante y lleno tanto de
criaturas como de
monstruos humanos que se adelantaba mucho en tono y soluciones a ‘
The Walking Dead’.
‘Sinister’ (2012)
Cuando
James Wan estaba limpiando la sangre de
Jigsaw, aun concibiendo su mirada al cine espectral,
Scott Derrickson recuperó el terror satánico sorprendiendo con la estimable ‘
El exorcismo de Emily Rose’ (The Exorcism of Emily Rose, 2005) creando un nuevo foco en el cine de posesiones. Con ‘
Sinister’ reenfocó su
mirada a lo diabólico, al hombre del saco y el mal puro consiguiendo un drama psicológico que acompaña la
espiral de decadencia de su protagonista con las secuencias de terror sobrenatural más
espeluznantes de su década.
‘Lords of Salem’ (2012)
La carrera de
Rob Zombie es tan irregular como
fascinante, por cada obra seminal como ‘La casa de los 1000 cadáveres’
(2003) aparece un tropiezo como su desaborido remake de ‘
Halloween’ (2007). Pese a que su estilo pertenece más a una visión más
tangible y física del horror, su mejor película es su exploración del satanismo y la brujería según la casa de horror británica
Tigon, madurando un
estilo onírico que baila entre el
Ken Russell más irreverente y lisérgico al
Fulci de su trilogía de Eibon. Abucheada y cuestionada, es
una de las cinco mejores de esta lista sin lugar a dudas.
‘Babadook’ (The Babadook, 2014)
Aunque el público esperaba una especie de ‘
Expediente Warren’ con hombre del saco, no significa que
el debut de
Jennifer Kent no sea una obra de cine de terror por propio derecho. Una exploración de la depresión a través de la
somatización monstruosa,
la metáfora de la película es sencilla, pero no por ello menos
aterradora. Además ofrece una mirada sobre la maternidad subversiva y
contracorriente que ofrece más capas de lectura. Muchos puntos en común
con ‘
Repulsión’ (1965) de
Polanski y ‘
Shock’ (1977) de
Mario Bava.
‘La Bruja’ (The VVitch, 2015)
Otro caso de
marketing confuso que no ofrece el tipo de terror que mucha gente esperaba. De nuevo, la respuesta “realmente no es terror” es errónea. ‘
La Bruja’ es una película de terror, y dentro de ese género, hay otros subgéneros como el
cuento de hadas oscuro
al que pertenece. Sí, es también un drama de época y una narración
sobre la descomposición familiar con aspectos feministas, más influida
por
Bergman que por
Wes Craven, pero su atmósfera densa e inquietante y sus escenas clave provocan
pavor puro, del que se cuela bajo la piel.
‘El Extraño’ (The Wailing, 2016)
Dentro del
cine de exorcismos hemos tenido de todo. Desde precuelas de ‘
El Exorcista’
(The Exorcist, 1974) a found footage sobre curas estafadores. Pero
entre toda esa maraña de subproductos para vídeo e iteraciones de la
original,
esta épica odisea existencial coreana ofrece una
mirada totalmente fresca al subgénero. Empezando como una versión del típico
procedural oriental, la atmósfera se va enrareciendo a medida que abraza lo sobrenatural y llega a su
final incendiario y estremecedor. Una pesadilla teosófica que por fin entiende el filme de
Friedkin.
‘La cura del Bienestar’ (A Cure for Wellness, 2017)
A falta de saber que nos depara el estreno de ‘
IT’,
este es, por el momento,
el gran filme de terror de 2017.
Gore Vervinski despliega todo un carrusel de suntuosidad
gótica en una delirante gimkana mental hacia el corazón de las tinieblas. Es
prácticamente un remake de la francesa
‘Tratamiento de shock’ (Traitement de choc, 1973), pero bajo una mirada Lovecraftiana y acercamiento estético al ciclo de Poe de Corman, el
cine de terror italiano de los sesenta y la textura paranoica de ‘
El quimérico inquilino’ (Le Locataire, 1976). Una pena que en su edición doméstica se haya mutilado el
ratio original de 1:66.
Via:espinof
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