Con el pack de la cinefilia viene también la tendencia a inflar de
importancia películas que no son para tanto. Nos gusta otorgar de
significado y calidad impostada a pproducciones medianas, o bien a films
muy vistosos pero completamente huecos, y que
cuando pasa el tiempo nos damos cuenta de que a lo mejor nos vinimos arriba con ellas de forma algo desproporcionada. Y ahí tenéis la historia completa de los Oscar para comprobarlo.
Interpretaciones interesantes que sustentan la nada más
absoluta o mensajes de catequistas aficionados con envoltorios
deslumbrantes, todo ello se ve potenciado por
la siempre peligrosa nostalgia
que nos hace recordar tiempos pasados tras un prisma de color de rosa.
Da igual si a principios de los noventa estabas descubriendo las
películas que marcaron tu vida: se produjeron auténticos espantos
inflados con una bomba de aire de trascendencia y vanidad.
Por
eso hoy os traemos un listado de películas con las que todos picamos:
desde finales de los ochenta hasta prácticamente antes de ayer,
hemos recopilado algunas producciones que sobrevaloramos terriblemente en su momento,
y que hemos vuelto a ver para comprobar, sí, en efecto, no nos vinimos
un poco demasiado arriba con ellas. Necesariamente incompleta, porque
hay decenas más (y de todas las épocas), esto es solo la punta del
iceberg, pero es una buena muestra de cómo el tiempo no perdona... y
mucho menos a lo que antaño calificamos como obras maestras.
El club de los poetas muertos (1989)
Es fácil comprender por qué
'El club de los poetas muertos' se convirtió en un éxito: tras
una década de gozosas películas de furia sexual adolescente en la que se reivindicaba el carpe diem, pero de verdad y en paños menores,
esta película abría el camino hacia los engolados y pomposos años
noventa. Seguimos teniendo acné, pero queremos pasar por gente con
problemas de adultos, y muy del primer mundo.
Entre Peter Weir (a quien habíamos visto en mejores circunstancias
-'Picnic en Hanging Rock', 'La última ola'-, pero aún deberíamos de
verle en mucho peores -'Matrimonio de conveniencia', 'Sin miedo a la
vida'-) y Robin Williams dieron cierto empaque a una película cuyos
momentos más recordados, como el famoso "oh capitán mi capitán"
proporcionan diversos grados de bochorno. Será que ahora somos más
descreídos, pero
este canto al sistema educativo individualizado para futuros millonarios sensibles sí que suena cínico visto hoy.
Bailando con lobos (1990)
Desde 1986 y hasta 1991, cuando la maldición se rompió con ese golpe en la mesa a todos los niveles que fue
'El silencio de los corderos',
las producciones ganadoras del Oscar a la mejor película fueron
auténticos horrores. En años posteriores hemos tenido grandes risas con
películas que el tiempo ha puesto en su sitio, con bluffs del calibre de
'Shakespeare in Love', 'American Beauty', 'Gladiator' (¡en serio, ganó
el Oscar a mejor película!), 'Una mente maravillosa' o 'Crash'. Pero es
que
entre 1986 y 1991, mira qué repóker: 'El último emperador', 'Rain Man', 'Paseando a Miss Daisy' y 'Bailando con lobos'.
Películas muy vistosas (bueno, alguna ni eso, que ya me dirás tú
'Paseando a Miss Daisy') pero bastante olvidables a todos los demás
niveles.
'Bailando con lobos',
además, convirtió en superestrella a Kevin Costner, uno de los casos de
sex-symbol hollywoodiense más insólitos de la historia. Como western
clásico, 'Bailando con lobos' aguanta el tipo (dejando de lado que sea
pesada como una vaca en brazos), pero
pronto quedaría sepultada por la reformulación del género que estaba a punto de llegar con 'Sin perdón', otra ganadora de Oscar, esta sí, genuínamente valiosa.
Eduardo Manostijeras (1990)
Tim Burton tiene películas impepinables ('Bitelchús', 'Mars
Attacks!', 'Ed Wood'), películas indefendibles ('El planeta de los
simios', 'Alicia en el País de las Maravillas') y películas que ni fu ni
fa (casi todo su siglo XXI), pero
hay un par de producciones con consideración de clásicos que vistas hoy se derrumban como castillos de naipes. Una es
'Batman vuelve', desde siempre considerada una de las mejores adaptaciones de Batman pero que hoy resulta algo cargante y relamida. Y
'Eduardo Manostijeras',
cuya crítica de la sociedad burguesa americana y su canto a la
inocencia freak ha quedado algo deslucido en parte por la obra posterior
del director, que ha demostrado que todo aquello era más bien pose,
moderneo y poca rabia genuína de monstruo desclasado.
Hook (1991)
De acuerdo: esta no nos gustó ni en su día. Pero veníamos
enfebrecidos de 'Indiana Jones y la última cruzada', y estábamos
deseando que nos gustara. ¿Un Peter Pan dirigido por Steven Spielberg?
¡Eso no podía fallar! Todos, niños y adultos, infinitamente menos
sarcásticos de lo que somos ahora, borramos de nuestras memorias el
entonces recientísimo espantajo de 'Always' y nos lanzamos en plancha a
esta versión crepuscular del mito.
Ningún problema con el
planteamiento, pero entre lo cargante y teatral de los decorados, lo
almibarado del enfoque y los puñeteros niños aquello fue un desastre de envergadura ciclópea.
Delicatessen (1991)
Una película que recibió mucha más atención de la que realmente
merecía y a la que se saludó como poco menos que la salvación del cine
europeo gracias a su, eso hay que reconocérselo, peculiar alquimia entre
tics autorales y vocación comercial.
Con todo lo que se habló en su día del debut de Jeunet y Caro, parecía poco menos que habían inventado el surrealismo,
pero la cosa no prosperó y la muchísimo más interesante 'La ciudad de
los niños perdidos' derivó en un trompazo en taquilla monumental. Ambas
caviar fílmico, eso sí, si lo comparamos con películas posteriores de
Jeunet en solitario como 'Amelie' o 'Largo domingo de noviazgo', que
hacen añorar cosas fallidas pero interesantísimas como 'Alien:
Resurrección'
El último mohicano (1991)
Desde luego, vaya chorreo de épica barata con cabelleras ondeantes al
ralentí tuvimos entre esta y 'Leyendas de pasión'. La diferencia está
en que en
'Leyendas de pasión',
al menos, no ocultaba que era un melodrama para calentar el patio de
butacas con romances aterciopelados destinado a teenagers y gente con
ganas de pegarse una buena llantina sin pretensiones. Pero esta, con
su cansina fanfarria en la banda sonora, sus diálogos afectados, sus paisajes de postalita con frase profunda, encima la hicieron pasar por producción de qualité.
El lado oscuro del corazón (1992)
“
Me importa un pito que las mujeres / tengan los senos como
magnolias o como pasas de higo / un cutis de durazno o de papel de lija/
le doy una importancia igual a cero / al hecho de que amanezcan con un
aliento afrodisíaco/ o con un aliento insecticida (…) /¡pero eso sí! –y
en esto soy irreductible- / no les perdono, bajo ningún pretexto, que
no sepan volar”.
Esto de Oliverio Girondo, potente en su contexto literario, se convirtió en el summum de los versículos eróticos nada menos que en 1992.
La película de Subiela la popularizó hasta el punto de hacer que
acabara apareciendo en un anuncio de un banco (!!), extirpándole
definitivamente su componente kitsch.
Argentinísima hasta la médula para todo lo malo y casi nada de lo bueno,
'El
lado oscuro del corazón' fue uno de los éxitos sorpresa de los primeros
noventa y rápidamente se convirtió en película de culto aclamada por
crítica y público. Vista hoy, sus metáforas visuales de
auténtica carraca, propias de corto amateur, su lirismo de persona muy
vivida y muy canalla y su concepción del Erotismo Adulto la deja hoy un
poco como una especie de 'Nueve semanas y media' con ínfulas. Pero sin
Bryan Ferry en la banda sonora. O sea, peor.
Cadena perpetua (1992)
La película más sobrevalorada de
todas las adaptaciones de Stephen King
sigue manteniéndose arriba en las puntuaciones de diversos agregadores
digitales, y no es de extrañar: no se puede decir nada malo de ella.
Interpretaciones defendibles, puesta en escena resultona, secundarios
crismáticos, guión pequeñito y compacto... nada malo hay en
'Cadena perpetua'. Pero a la vez, tampoco hay nada que destaque lo más mínimo, 25 años después del estreno de esta
facilona película de prestigio incomprensible y fans rabiosos dignos de películas con más chicha.
Airbag (1997)
Una película hasta las trancas de todo y a la que
no se le
puede negar un impacto indudable en su día, que modificó incluso el
lenguaje de la calle y creó unos cuantos personajes de gran impacto
popular. Por desgracia, supuso la pérdida de un Bajo Ulloa
mucho más interesante, el de 'La madre muerta' y 'Alas de mariposa', y
revisada hoy, quedan demasiado a la vista los detalles coyunturales, los
plagios a Tarantino ya caducos y los chistes sin demasiado fuste, y que
en su día nos hicieron gracia porque... bueno, porque nadie los había
hecho antes en España. Sin ser un desastre total, se puede revisar con
precaución, en pequeñas dosis, y teniendo muy presente que fue un
fenómeno aisladísimo y sin posible continuidad, como prueba la reciente
'Rey gitano'.
La vida es bella (1997)
Esto sí que fue intolerable desde el minuto uno:
no es que no se pueda hacer humor con el Holocausto, claro que se puede. ¡Lo que no se puede es ser tan repipi!
Blanda y ñoña como ella sola, su mensaje sobre cómo la fantasía y la
inocencia pueden hacer frente incluso al nazismo tiene la profundidad de
un curso de
mindfullness en una cámara de gas, y se
autodestruye desde su propio enunciado y con la cargante interpretación
de Benigni y su pasmoso mensaje de "El Holocausto tampoco fue para
tanto".
Los amantes del Círculo Polar (1998)
Julio Medem, la gran esperanza del cine español de los ochenta,
cosmopolita, poético, erotómano y atrevido, consiguió el éxito
definitivamente masivo con esta película que inicia el inicio de su
declive artístico (con las progresivamente más horribles, aunque cada
vez más disfrutables por razones perversas
'Lucía y el sexo', 'Caótica Ana', 'Habitación en Roma' o 'Ma ma'). Lo peor de 'Los amantes del Círculo Polar' revisada hoy, sin duda, es que sus
diálogos
altisonantes y rebosantes de poética ramplona, sus símbolos visuales de
andar por casa y su obsesión por los palíndromos y los
pareados funciona de forma retroactiva y es capaz de aniquilar el buen
recuerdo que teníamos de películas tan estimables (o eso creemos) como
'La ardilla roja', 'Vacas' o 'Tierra'.
Requiem por un sueño (2000)
Entre
'Bailar en la oscuridad',
peor película del siempre discutible (aunque también siempre
fascinante) Lars Von Trier y ésta, vaya añito se nos echó encima con el
cambio de siglo. Como un videoclip de grupo industrial-pop de la época,
pero con la moral de un monaguillo (un poco como
'madre!', pero todavía creyéndoselo un poco),
el
paso del tiempo ha dejado a 'Requiem por un sueño', también la peor
película de Aronosky, relegada al mismo cajón de las películas
anti-marihuana de los años treinta, a lo
'Reefer Madness'.
Irreversible (2002)
¡Cómo nos disfrazó Gaspar Noé una película de explotación voyeurista de cine serio, reflexivo y con mensaje durísimo!
Cuánto tiene que aprender Noé de colosos de la honestidad como 'El día
de la mujer' u 'Holocausto caníbal', que no necesitan de coartadas para
morlocks de filmoteca para autojustificarse. A su lado 'Irreversible' no
solo palidece por lo tibio de su propuesta, sino que queda en evidencia
su maligno truco: aquí hemos venido a ver cómo violan a Monica
Bellucci.
The Artist (2011)
Vamos a decirlo más o menos claramente:
las películas multipremiadas con Oscars hay que cogerlas con pinzas cuando pasan unos años. Es el caso de
'The Artist',
una película absolutamente intrascendente ante la que más de uno arqueó
las cejas en su día, pero que arrasó en los Oscars (cinco se llevó) y
en los Globos de Oro (otros dos), porque la revisión acrítica y
altamente esteticista de la historia del cine es algo que siempre se
premia en Hollywood. Hoy nadie se acuerda de ella, pero su impacto fue
tal que generó una explotación española inmediata, la superior pero
tampoco muy allá
'Blancanieves'.
Via:espinof
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