Los acuerdos legales se endurecen y las actrices son más conscientes de
su poder, pero la autoridad en el plató sigue estando en manos de
hombres con dinero.
Desequilibrios de poder en el plató, el riesgo constante de las filtraciones en internet y, para acabar de arreglarlo, la sombra de productores como Harvey Weinstein dispuestos a coleccionar según qué descartes del metraje. Todos esos son factores que una actriz de Hollywood y sus representantes deben tener en cuenta cuando se rueda una escena de sexo. ¿Hasta qué punto han afectado a todo esto las denuncias por acoso y el movimiento #MeToo? Según un reportaje publicado hoy en The Hollywood Reporter, mucho… pero no tanto como debiera.
El texto de la periodista Tatiana Siegel explica que
casos como el de Weinstein han reforzado la posición de las
intérpretes, dándoles más poder en las negociaciones sobre lo que van a
hacer (y, sobre todo, a mostrar) durante los momentos delicados del
rodaje. Como estamos en Hollywood, tierra de leguleyos, esto se traduce
en una mayor importancia para las llamadas “cláusulas de desnudez” (“nudity clauses”), complejísimos y detalladísimos documentos legales que especifican y limitan aquello que tendrá lugar en el plató.
¿Qué puede exigirse en una cláusula de desnudez? THR afirma que un documento de este tipo puede contener hasta 40 artículos en previsión de situaciones diversas. Y Jamie Feldman (abogada de Juno Temple, entre otras) señala, por ejemplo, el uso de parches fluorescentes sobre la piel (“Así evitamos que las cámaras capturen aquello que no deberían”) y la garantía de que el set de turno estará cerrado a cal y canto: “Si tienes a 100 personas susceptibles de estar grabándolo todo con un teléfono, un iPad o lo que sea, tienes otras tantas oportunidades para una filtración o un hackeo, bien malicioso, bien a causa de un descuido”, explica la letrada.
Asimismo, este tipo de contratos incluyen algo tan obvio (pero tan poco respetado, según afirman algunos testimonios) como el derecho de la actriz a cambiar su opinión y no rodar un acto sexual simulado. Por otra parte, es normal que se exija al estudio que destruya todas las tomas con desnudos de una intérprete si estas no llegan al montaje final. Algo que no siempre se cumple, y que se vuelve muy relevante si se tienen en cuenta casos como el de Carol: según fuentes anónimas citadas por THR, Harvey Weinstein (productor del filme) habría guardado escenas eliminadas con Cate Blanchett y Rooney Mara para su “colección particular”.
Ante situaciones como esta, cualquiera pensaría que toda precaución es poca. “También incluimos artículos para situaciones de emergencia, por si algo se filtra”, explica la abogada Feldman. “Siempre está el riesgo de que un becario lo suba a internet y se quede ahí para siempre, así que necesitamos el poder de obligar al estudio de exigir que lo retiren, o incluso de exigir medidas cautelares o indemnizaciones”.
Ahora bien: ¿pueden recurrir todas las actrices a contratos de este tipo? La respuesta, claro, es “no”. Actrices como Sarah Jessica Parker y Emilia Clarke pudieron permitírselas gracias a su fama como protagonistas de Sexo en Nueva York y Juego de tronos, respectivamente. Elisabeth Moss, por su parte, reconoce que esta es una de las mayores ventajas de su puesto como productora ejecutiva en El cuento de la criada: “Tengo derecho de veto sobre el rodaje y puedo decir, literalmente: ‘No podéis usar esa escena”. Según Moss, ningún capítulo de su serie puede emitirse sin que ella haya dado antes el visto bueno.
Algunos testimonios en el reportaje se quejan de este tipo de medidas de control: una productora señala que la insistencia de Rachel Weisz y Rachel McAdams por no desnudarse convirtió las escenas de sexo de Disobedience en algo artificioso e inverosímil. Aun así, las actrices sin caché ni star power parecen seguir estando desprotegidas, más aún en el mundo de las series que en el del cine. E incluso una estrella con ‘cláusula de desnudez’ en su contrato puede meterse en problemas, explica el representante de actores Joe Rubinstein. “Los líos llegan cuando un productor o un director se dirige a una actriz en el mismo plató para pedirle algo que no se ha negociado. ‘Mira, el equipo se quiere ir a casa, es medianoche, estamos todos agotados y nos falta solo una toma, ¿puedes quitarte esa toalla?”. Una situación así, señala Rubinstein, fue la que llevó a Evangeline Lilly a ese desnudo en Perdidos del que tanto se arrepiente.
Hablando de Un pequeño favor, la película con Anna Kendrick y Blake Lively que estrenará próximamente, el director Paul Feig señala que, a la postre, todo depende de la ética y de la capacidad para resistirse a las demandas de los productores. “La clave de una escena de sexo es que todos los participantes tienen que estar dispuestos y de acuerdo”, explica Feig. “A veces, a lo largo de los años, los que mandan pueden enfadarse. Pero yo no quiero tener nada que ver con eso”.
Via:cinemania
Desequilibrios de poder en el plató, el riesgo constante de las filtraciones en internet y, para acabar de arreglarlo, la sombra de productores como Harvey Weinstein dispuestos a coleccionar según qué descartes del metraje. Todos esos son factores que una actriz de Hollywood y sus representantes deben tener en cuenta cuando se rueda una escena de sexo. ¿Hasta qué punto han afectado a todo esto las denuncias por acoso y el movimiento #MeToo? Según un reportaje publicado hoy en The Hollywood Reporter, mucho… pero no tanto como debiera.
¿Qué puede exigirse en una cláusula de desnudez? THR afirma que un documento de este tipo puede contener hasta 40 artículos en previsión de situaciones diversas. Y Jamie Feldman (abogada de Juno Temple, entre otras) señala, por ejemplo, el uso de parches fluorescentes sobre la piel (“Así evitamos que las cámaras capturen aquello que no deberían”) y la garantía de que el set de turno estará cerrado a cal y canto: “Si tienes a 100 personas susceptibles de estar grabándolo todo con un teléfono, un iPad o lo que sea, tienes otras tantas oportunidades para una filtración o un hackeo, bien malicioso, bien a causa de un descuido”, explica la letrada.
Asimismo, este tipo de contratos incluyen algo tan obvio (pero tan poco respetado, según afirman algunos testimonios) como el derecho de la actriz a cambiar su opinión y no rodar un acto sexual simulado. Por otra parte, es normal que se exija al estudio que destruya todas las tomas con desnudos de una intérprete si estas no llegan al montaje final. Algo que no siempre se cumple, y que se vuelve muy relevante si se tienen en cuenta casos como el de Carol: según fuentes anónimas citadas por THR, Harvey Weinstein (productor del filme) habría guardado escenas eliminadas con Cate Blanchett y Rooney Mara para su “colección particular”.
Ante situaciones como esta, cualquiera pensaría que toda precaución es poca. “También incluimos artículos para situaciones de emergencia, por si algo se filtra”, explica la abogada Feldman. “Siempre está el riesgo de que un becario lo suba a internet y se quede ahí para siempre, así que necesitamos el poder de obligar al estudio de exigir que lo retiren, o incluso de exigir medidas cautelares o indemnizaciones”.
Ahora bien: ¿pueden recurrir todas las actrices a contratos de este tipo? La respuesta, claro, es “no”. Actrices como Sarah Jessica Parker y Emilia Clarke pudieron permitírselas gracias a su fama como protagonistas de Sexo en Nueva York y Juego de tronos, respectivamente. Elisabeth Moss, por su parte, reconoce que esta es una de las mayores ventajas de su puesto como productora ejecutiva en El cuento de la criada: “Tengo derecho de veto sobre el rodaje y puedo decir, literalmente: ‘No podéis usar esa escena”. Según Moss, ningún capítulo de su serie puede emitirse sin que ella haya dado antes el visto bueno.
Algunos testimonios en el reportaje se quejan de este tipo de medidas de control: una productora señala que la insistencia de Rachel Weisz y Rachel McAdams por no desnudarse convirtió las escenas de sexo de Disobedience en algo artificioso e inverosímil. Aun así, las actrices sin caché ni star power parecen seguir estando desprotegidas, más aún en el mundo de las series que en el del cine. E incluso una estrella con ‘cláusula de desnudez’ en su contrato puede meterse en problemas, explica el representante de actores Joe Rubinstein. “Los líos llegan cuando un productor o un director se dirige a una actriz en el mismo plató para pedirle algo que no se ha negociado. ‘Mira, el equipo se quiere ir a casa, es medianoche, estamos todos agotados y nos falta solo una toma, ¿puedes quitarte esa toalla?”. Una situación así, señala Rubinstein, fue la que llevó a Evangeline Lilly a ese desnudo en Perdidos del que tanto se arrepiente.
Hablando de Un pequeño favor, la película con Anna Kendrick y Blake Lively que estrenará próximamente, el director Paul Feig señala que, a la postre, todo depende de la ética y de la capacidad para resistirse a las demandas de los productores. “La clave de una escena de sexo es que todos los participantes tienen que estar dispuestos y de acuerdo”, explica Feig. “A veces, a lo largo de los años, los que mandan pueden enfadarse. Pero yo no quiero tener nada que ver con eso”.
Via:cinemania
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