Es esta una selección complicada porque, para empezar, las cult movies son ese tipo de películas que sabemos identificar, pero es complicado definir. Es un cine que abarca todo tipo de estilos, épocas y géneros, así como todo tipo de aceptación crítica y de público. Aunque un gran blockbuster de Marvel no será nunca una cult-movie, dentro de la etiqueta encontramos tanto películas censuradas, perseguidas y virtualmente invisibles como otras que desde el primer momento encuentran su público y el boca a boca las convierte en pequeños éxitos.
Cada película de culto es, casi literalmente, su propio mundo, pero podemos encontrar dos rasgos en común entre todas ellas. La primera es la de la vocación de transgredir, sea en lo formal o en lo estético: cantidades excesivas de sexo y/o violencia, temática controvertida o la extravagancia pura y dura suelen ser notas propias del cine de culto. En segundo lugar está el público: apasionado, festivo, devoto, él es el que da el carácter de "culto" a las cult-movies. Es el público el que inventa bailes y grita a la pantalla, el que acude a sesiones de medianoche y reinterpreta los códigos de un cine genuínamente participativo, y el que mantiene vivas durante décadas a películas que nacieron destinadas a ser olvidadas.
La parada de los monstruos (Freaks, 1923)
Lo que está claro es que le costó encontrar su sitio. Durante décadas, 'Freaks' se proyectó en cines de mala muerte y programas dobles de tres al cuarto junto a cine de explotación o directamente pornográfico. Pese a ser una película de una poética visual indiscutible, nada morbosa y con una moral muy clara, el protagonismo de auténticos fenómenos de circo -un entorno que Browning conocía bien, pues se crió en uno- la condenó al ostracismo. Hasta que precisamente su larga vida en circuitos de explotación le otorgó una categoría de película de culto en los sesenta y setenta y acabó siendo redescubierta y reivindicada como el clásico que es hoy.
Maniac (1934)
Pero la más rara de las 'Maniac' es esta ignota producción de 1934, ya en dominio público, que dirigió Dwain Esper, padre de la exploitation moderna y responsable de títulos como la también de cultísimo 'Marihuana' o la instructiva 'How to Undress in Front of Your Husband'. Con solo 7500 dólares de presupuesto se inspiró remotamente en un par de cuentos de Edgar Allan Poe para dar forma a la historia de un actor que suplanta a un científico que afirma haber dado con la fórmula para reanimar muertos, enloqueciendo en el proceso. Ultragore de los años treinta, experimentación involuntaria y locura general en una película que solo encontró el éxito cuando fue retitulada como 'Sex Maniac', años después de su estreno.
Loquilandia (Hellzapoppin', 1941)
Se inspira en un musical de Broadway protagonizado por los mismos cómicos que la interpretaron sobre los escenarios, Ole Olsen y Chic Johnson, que en una metapirueta, en la película intentan poner en pie la adaptación de su obra teatral. El proceso recuerda al ritmo -aunque no llega a sus cimas de abstracta genialidad- de las películas más locas de los Hermanos Marx (cuyos orígenes, por supuesto, también estaban en el music-hall). En modo ametralladora de gags, que recuerda a formas posteriores de comedia como 'Aterriza como puedas', 'Hellzapoppin' arranca con un tobogán que lleva al infierno y donde los artistas son torturados. Y a partir de ahí, sin frenos.
Plan 9 from Outer Space (1959)
Faster, Pussycat! Kill! Kill! (1965)
Ninguna, sin embargo, ha alcanzado el impacto de 'Faster, Pussycat! Kill! Kill!', calificada por John Waters, que de cine de culto sabe un rato, como "la mejor película jamás rodada". No se lo vamos a discutir: casi como un videoclip de hard-rock filmado décadas antes de que se popularizara el término, la sencillez expositiva y la pureza visual de la película de Meyer, a lo que se suma el perturbador carisma de su protagonista, Tura Satana, la han convertido en una de las películas más homenajeadas de todos los tiempos por los gourmets de la serie B, desde el Joss Whedon de 'Buffy Cazavampiros' a Quentin Tarantino.
Punto límite: cero (Vanishing Point, 1971)
Richard C. Sarafian dirigió con brío único y una notable capacidad para la abstracción a altas velocidades una película que solo duró dos semanas en salas en su estreno en Estados Unidos. Su éxito en Europa le dio una segunda oportunidad como parte de un programa doble junto a 'The French Connection', y entre eso y su incansable presencia en la televisión por cable en los ochenta, convirtieron a la película en una pieza de culto, y a su coche, el icónico Dodge Challenger, en un símbolo que fue reverenciado por la cult-movie por excelencia de Tarantino, 'Death Proof'.
Pink Flamingos (1972)
Perversa, sucia y satírica desde la misma enunciación de su argumento (un grupo de personas compitiendo por ser, oficialmente, la persona más vil del mundo y, oh sí, la cosa está reñida), todo aquí respira esencia de cult movie. Desde su increíble reparto de outsiders encabezado por la insustituible Divine a su pobreza de medios, que obligó a rodar en plan guerrilla y sin permisos por las calles de una nada cosmopolita Baltimore de los setenta. Y culminando todo ello, cómo no, en la secuencia de la mierda de perro, una absoluta cima del cine más radical, transgresor e insólito.
El planeta salvaje (La planète sauvage, 1973)
Es una coproducción entre Francia y Checoslovaquia, de ambiciones claramente anticomerciales, dirigida por René Laloux y coescrita por Lalous y Roland Topor (autor de, entre otras muchísimas cosas, la novela en la que se inspira 'El quimérico inquilino'). Cuando Laloux dejó el proyecto, le sucedió Topor. Y todo ello confluye en una película única, de imaginería surrealista, abiertamente pictórica, y que convierte sus limitaciones técnicas en parte de su identidad, con la historia de un mundo en el que los humanos son vistos como mascotas por unos enigmáticos gigantes de color celeste. Una maravilla evocadora, literalmente única en su género y que no ha envejecido ni un ápice porque siempre ha flotado fuera del espacio y el tiempo.
El hombre de mimbre (The Wicker Man, 1973)
A mí me gusta todo eso porque soy devoto del folk horror (y de Nicolas Cage), pero nada es comparable al extrañísimo magnetismo de la original, fruto de la colisión de la creatividad del director Robin Hardy y el guionista Anthony Shaffer: un thriller rural rebosante de dardos envenenados a la sociedad post-industrial, de un feminismo primigenio extrañísimo y con una capacidad para generar imágenes inquietantes que redoblan su mal rollo por el contexto pagano del argumento. Una película absolutamente redonda y que, como tantas otras que aparecen en esta lista, parece ser no ya la mejor, sino directamente la única de su propio género.
The Rocky Horror Picture Show (1975)
Pero también su mensaje, abiertamente subversivo y peleón, forma parte de su categoría de culto, empezando por su aún hoy corrosiva y celebrada androginia, que abarca desde los míticos créditos iniciales a la propia figura de Frank N. Furter, que se convirtió en icono LGBT de modo fulminante. Acorde con ello, aunque la película parodia y homenajea al cine de ciencia-ficción clásico, su estética está más bien inspirada en el glam rock y el naciente fenómeno punk que ya se vivía en las calles. Como guinda muy del cine de culto de siempre, algunos de los actores, como Susan Sarandon y, en menor medida, Tim Curry, acabarían desarrollando una carrera comercial al margen de estos disparatados inicios.
Hausu (1977)
Claro, que puede pasar que la película resultante no tenga el más mínimo sentido, pero a quién le importa cuando es un auténtico bazooka de ideas delirantes, imágenes para la posteridad, ultragore naïf, efectos especiales deliciosamente rudimentarios y un guión que bebe tanto de las tradiciones de espectros orientales como de 'Diez negritos' de Agatha Christie, con su historia de un grupo de colegialas atrapadas en una casa encantada. De gran éxito en Japón en su día, permaneció en la oscuridad en Occidente hasta que Criterion la recuperó en su sello para cine de culto a principios de este siglo.
Cabeza borradora (Eraserhead, 1977)
Lo curioso es que la película, pese a lo críptico de sus imágenes, posee una serie de iconos reconocibles que se han convertido en parte indisociable de la cultura moderna: la chica del radiador y su irrepetible nana sobre cómo en el cielo todo va bien, el pelo de Jack Nance, el bebé deforme, los exteriores de fábricas en corrosivo blanco y negro... una mezcla intuitiva y muy estética de simbología post-industrial y enigma irresoluble que han reforzado su categoría de obra maestra del cine de culto durante todos estos años.
Arrebato (1979)
Mitad película de vampiros, mitad metáfora sobre la droga, asombrosa reflexión sobre el ingenio y la imaginación, hasta las fuerzas creativas que hay tras ella tienen un halo de malditismo propio del cine de culto: su protagonista, el cautivador Will More, hizo muy pocos papeles más, y permaneció desaparecido durante años, hasta su reciente muerte hace unos meses. E Iván Zulueta luchó el resto de su vida, hasta su muerte en 2009, con los temas vectores de 'Arrebato': el bloqueo creativo y la adicción a la heroína.
Forbidden Zone (1980)
De hecho, la película y su magistral banda sonora es una adaptación de las performances de The Mystic Knights of the Oingo Boingo, un grupo teatral de vanguardia que posteriormente haría carrera nuevaolera, ya simplemente como Oingo Boingo, liderado por Danny Elfman. La historia, pura ironía posmoderna, acerca de una puerta que abre vías a otras dimensiones, es perfecta para aglutinar toda la locura en estado puro que propone el buen cult-cinema.
El asesino del Shogun (Shogun Assassin, 1980)
Este es el inicio de la historia de un asesino al servicio de un señor feudal que cae en desgracia por falsas acusaciones de traición. Convertido en un asesino sin dueño, busca venganza acompañado de su hijo de tres años, a quien lleva en un carrito. Las dos películas fueron remontadas por Robert Houston y David Weisman, que compraron los derechos de los films originales a la Toho. Fueron distribuidas por Roger Corman en el circuito grindhouse y, más tarde, en formato doméstico por Universal, que se encontró innumerables obstáculos por culpa de su notoria violencia. Lo que sin duda le ayudó a alcanzar su categoría de culto: paradójicamente, el resultado es -pese a su condición de obra bastarda-, perfecto para iniciarse en el cine de samuráis de los setenta.
Repo Man (1984)
En 'Repo Man' y con la colaboración de unos estupendos Emilio Estévez y Harry Dean Stanton, cuenta la historia de una pareja de recuperadores de coches que han sido embargados por préstamos no pagados, y del alucinante contenido que hay en el maletero de uno de ellos. Rebosante de musicote, humor y ciencia-ficción, 'Repo Man 'ha influído en películas de mucha más fama, como 'Pulp Fiction', y tiene una reciente pseudosecuela, 'Repo Chick', tan horrenda como interesante, rodada íntegramente frente a un croma.
Mal gusto (Bad Taste, 1987)
La historia de una raza alienígena que viene a hacer hamburguesas con los humanos tiene referencias tronadas a las Antípodas, unos extraterrestres divertidísimos, un tronchante Jackson como actor revelación y un periplo de producción de varios años rodando los fines de semana. Todo junto dio luz a una de las comedias gore más extrañas de todos los tiempos. Jackson ha anunciado que pretende restaurar este tramo inicial de su carrera, con lo que a lo mejor en breve podemos deshacernos del mugriento VHS donde las tenemos grabadas. De culto, pero VHS al fin y al cabo.
Amanece que no es poco (1989)
Como punto intermedio de una trilogía que arrancó con la aún más rara pero no tan accesible 'Total' y que se ha cerrado hace apenas unas semanas con la respondona pero mucho más domesticada 'Tiempo después', 'Amanece que no es poco' sigue siendo un oasis absoluto en la comedia española de los ochenta. Alejada de los núcleos urbanos que se llevaban en el humor cosmopolita patrio de entonces y usando el costumbrismo pueblerino como arma arrojadiza, 'Amanece que no es poco' conserva intacta, después de todos los años, la magia de lo imposible, lo arbitrario y lo inesperado.
Audition (1999)
Su estilizada ultraviolencia, su famoso giro argumental y el delicado sadismo de su historia e imágenes convirtió 'Audition' no solo en un éxito, sino en paradigma de lo que sería el cine de género asiático en el nuevo siglo. Aún estaban por llegar producciones como 'Ju-On' dentro del terror, 'Battle Royale' fuera de él y autores como Sion Sono, que en breve lanzaría al mundo películas como 'Suicide Club'. Serían los primeros estandartes de una filmografía compleja y a veces imposible de entender en toda su magnitud para el público occidental como es la japonesa, y que en muchos casos nos lleva a considerar ya directamente de culto todo lo que llega desde allí... aunque sean producciones refrendadas por mastodónticos éxitos de taquilla en Asia.
Donnie Darko (2001)
Lo enigmático de su propuesta (que el propio Kelly se encargó de echar por tierra en un terrible director's cut sobreexplicativo y sin fuste), su capacidad para ametrallar al espectador con imágenes tan icónicas como la del conejo monstruoso y la escalofriante personalidad de un joven Jake Gyllenhaal le otorgaron una categoría única. Kelly no sería capaz de continuarlo ni en el aparatoso descalabro 'Southland Tales' ni en la simpática pero inane 'The Box'. Lo que sin duda refuerza la categoría de joya aislada y en bruto de su debut.
The Room (2003)
'The Room' ni siquiera se acoge a los géneros habituales del cine de culto, casi siempre afines al fantástico: la bola de demolición de Wiseau es un drama de pareja, ridículamente misógino y muy posiblemente basado en hechos reales (o lo que Wiseau cree que es la realidad), y su visionado es tan doloroso como fascinante. Su culto se ha producido prácticamente desde su estreno (aunque obviamente se ha incrementado en los últimos tiempos gracias a Internet y el biopic) en términos muy similares en cuanto a la relación con el públicio a los de una película diametralmente opuesta, 'Rocky Horror Picture Show'.
Esta ha sido nuestra selección del mejor cine de culto, pero claro, solo es una elección. En un tema como este, las posibilidades se extienden hasta el infinito. Recuerda que es solo nuestra opinión y te invitamos a que expreses la tuya en los comentarios. ¿Qué películas de culto imprescindibles echas de menos en la lista?
Via:espinof
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