‘Un príncipe de Navidad’, ‘Mi primer beso’, ‘A todos los chicos de los que me enamoré’, ‘Cómo deshacerte de tu jefe’, ‘Cambio de princesa’ o ‘La cita perfecta’ son solamente algunos de los títulos con los que Netflix se ha convertido en el mejor refugio para los amantes de la comedia romántica contemporánea.
En Hollywood parecen haber perdido el interés en estas películas y la plataforma las ha acogido con entusiasmo, sobre todo tras el gran éxito de algunas de ellas. La última en llegar por ahora ha sido ‘Quizás para siempre’, la cual contaba con la particularidad de integrar la cultura asiática dentro de un relato que por lo demás tiende a seguir el camino habitual de este tipo de propuestas. Lo hace con soltura para convertirse en una obra agradable siempre que no le pidas peras al olmo.
‘Quizás para siempre’ es un proyecto en el que Randall Park y Ali Wong estuvieron años trabajando para intentar dar forma a su versión de ‘Cuando Harry encontró a Sally’.
Palabras mayores dentro de la comedia romántica moderna y ya os
adelanto que se han quedado muy lejos de la cinta dirigida por Nora Ephron
en 1989 y quien espere un humor más atrevido por el pasado de ambos, en
especial de Wong, se va a sentir decepcionado. Sus virtudes son otras.
Es habitual dar mayor presencia al humor durante el inicio para ganarse la simpatía del público, por lo que no es una sorpresa su presencia en el caso de ‘Quizás para siempre’, pero incluso entonces se busca un equilibrio con lo dramático, siendo eso lo que fuerza la separación vital de sus protagonistas. Además, eso es algo que se mantendrá a lo largo de todo el metraje, dando mayor o menor presencia a la comedia según la ocasión lo requiera pero sin relegarla en ningún momento a la irrelevancia.
Eso también le permite alguna pequeña sorpresa como la divertidísima aparición de Keanu Reeves
-él mismo propuse algunas ideas que acabaron en la película-. Eso sí,
lo que podría haber sido un mero inciso para aprovechar su presencia
acaba funcionando para que la historia avance, sin romper nunca el ritmo
fluido que la directora Nahnatchka Khan imprime a la película en todo momento.
Ahí entra en escena la importancia de la química entre Park y Wong, que también son co-autores del guion junto a Michael Golamco,
amigos en la vida real desde hace ya más de dos décadas. Esa cercanía
entre ambos es algo que se traslada a la comodidad con la que
interactúan y el encanto que transmiten, dando pronto paso a esa química
necesaria para que uno quiera que acaben juntos.
Esto se eleva por encima de los méritos reales de un libreto funcional en el mejor de los casos y que además limita su singularidad cultural a pequeños detalles aquí y allá cuando por ahí podría haberse diferenciado mejor de multitud de propuestas similares. Al final lo que nos queda es que es un producto intercambiable, sí, pero al menos ofrece lo suficiente tanto en términos de romance como de comedia para que uno disfrute con su visionado.
En definitiva, ‘Quizás para siempre’ no es una comedia romántica revolucionaria, pero sí que sabe manejar los lugares comunes del subgénero para ofrecer una efectivo y encantador pasatiempo aderezado por un cameo de lujo como el de Keanu Reeves. Para ver, pasar un rato agradable y olvidarte de ella poco después, eso sí.
Via:espinof
En Hollywood parecen haber perdido el interés en estas películas y la plataforma las ha acogido con entusiasmo, sobre todo tras el gran éxito de algunas de ellas. La última en llegar por ahora ha sido ‘Quizás para siempre’, la cual contaba con la particularidad de integrar la cultura asiática dentro de un relato que por lo demás tiende a seguir el camino habitual de este tipo de propuestas. Lo hace con soltura para convertirse en una obra agradable siempre que no le pidas peras al olmo.
Convencional pero agradable
A nivel argumental no esperéis nada que se aleje de los clichés del
género, con una pareja conociéndose para luego separarse y que todo esté
encamino a sortear los diferentes obstáculos que surgen -algunos
puestos por ellos mismos- para que acaben juntos tal y como sea el
público. La clave está en conseguir que esto último suceda y es ahí donde encontramos el primer acierto de ‘Quizás para siempre’.
Es habitual dar mayor presencia al humor durante el inicio para ganarse la simpatía del público, por lo que no es una sorpresa su presencia en el caso de ‘Quizás para siempre’, pero incluso entonces se busca un equilibrio con lo dramático, siendo eso lo que fuerza la separación vital de sus protagonistas. Además, eso es algo que se mantendrá a lo largo de todo el metraje, dando mayor o menor presencia a la comedia según la ocasión lo requiera pero sin relegarla en ningún momento a la irrelevancia.
Entrañable en su justa medida
Eso también tiene su contrapartida, ya que los diferentes conflictos que surgen a lo largo de la película nunca llegan a tener la intensidad idónea
para hacer dudar al espectador de que todo va a acabar como si nada en
apenas unos minutos o directamente en la siguiente secuencia. Está todo
muy medido para que sea fácil de digerir por parte de cualquier
espectador de tal forma que siempre quede un sabor de boca agradable,
potenciando lo entrañable por encima de cualquier otra cosa.
Esto se eleva por encima de los méritos reales de un libreto funcional en el mejor de los casos y que además limita su singularidad cultural a pequeños detalles aquí y allá cuando por ahí podría haberse diferenciado mejor de multitud de propuestas similares. Al final lo que nos queda es que es un producto intercambiable, sí, pero al menos ofrece lo suficiente tanto en términos de romance como de comedia para que uno disfrute con su visionado.
En definitiva, ‘Quizás para siempre’ no es una comedia romántica revolucionaria, pero sí que sabe manejar los lugares comunes del subgénero para ofrecer una efectivo y encantador pasatiempo aderezado por un cameo de lujo como el de Keanu Reeves. Para ver, pasar un rato agradable y olvidarte de ella poco después, eso sí.
Via:espinof
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