Acostumbrados al deplorable tratamiento visual que tienen las artes marciales en televisión, era de justicia acercarse de puntillas a 'Wu Assassins'. Iko Uwais, sin embargo, garantiza ciertas garantías en el combate, a poco que la realización acompañe: con una carrera relativamente breve (las dos 'The Raid', 'Merantau', 'Headshot', la increíble 'The Night Comes for Us' y la reciente y simpática 'Triple amenaza') se ha convertido en una de las nuevas estrellas del cine de acción más físico.
Por eso, es un alivio comprobar desde su primer minuto el muy respetable tratamiento visual que tienen los combates en 'Wu Assassins': están rodados al más puro estilo oriental, sin montaje confuso, con planos generales sostenidos, buena ubicación del espacio y actores que en la mayoría de los casos interpretan sus propias peleas. Estas son, además abundantes, y brillan en casi todos los episodios una o incluso dos muy notables.
Es decir, 'Wu Assassins' es una serie de artes marciales donde las artes marciales son más que reseñables: alguna de las secuencias de acción, como el combate en el bar de carretera o en la fábrica del penúltimo capítulo no desentonarían en una película mediana del género. Son ingeniosas y variadas, hay ocasionales stunts potentes, episodios muy trabajados como el del asalto a la comisaría y en general, Stephen Fung (director de la serie, de varios episodios de 'Into the Badlands' y de películas como 'The Adventurers'), sabe lo que se hace.
'Wu Assassins': Elegidos para el asesinato
La trama de 'Wu Assassins' sigue a pies juntillas los tropos del héroe elegido y que desconoce su destino: Kai Jin (Uwais) descubre que es el heredero de unos poderes místicos con los que tiene que derrotar a una serie de villanos con poderes basados en los elementos. Uno de ellos es su padre adoptivo, Uncle Six (Byron Mann), cabecilla de las triadas que además está siendo investigado por la policía y que se enfrenta a un rival venido de Europa, McCullough (Tommy Flanagan).Estos múltiples tentáculos dan una variedad a la serie a veces bienvenida, pero en otras ocasiones incluso mareante, y echa a perder ideas potentes. Se nos habla del poder de mil monjes en las manos del héroe, pero ese talante sobrehumano nunca llega a visualizarse. La idea de los cambios de aspecto para adoptar el aspecto de cada uno de esos mil monjes parece solo la excusa para que Mark Dacascos haga un cameo. Y el mundo paralelo donde es entrenado el protagonista no es aprovechado.
Todo ello viene acompañado de una falta de sentido del humor algo decepcionante, sobre todo cuando se acude a recursos tan manidos como que absolutamente todos los personajes tengan su correspondiente trauma de infancia, en algunos casos -¡lo de la radio en el coche!-
involuntariamente cómicos. El mismo tiempo que sin duda se ha dedicado a que las secuencias de acción estén por encima de la media debería haberse enfocado a un guión con algo más de filo. Y así estaríamos ante algo más que una serie competente, pero donde solo brillan realmente sus estupendas peleas.
Via.espinof
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