Los mejores 252 minutos del nuevo Festival de Cannes tienen casi 55 años: Jacques Rivette filma el colapso de una pareja en esta obra maestra indiscutible
Los 252 minutos de 'L’ Amour fou', de Jacques Rivette, fueron los encargados de levantar el telón de la 76ª edición del Festival de Cannes el pasado martes 16 de mayo. Da igual que la obra cumpla 55 años, porque su espíritu radical y su historia sobre una pareja en colapso, sobre un mundo que se derrumba, no han perdido ni un ápice de verdad como tampoco, por supuesto, de dolorosa belleza.
La pareja, la ficción, las certezas y las paredes de una casa: todo se desmorona en esta película que captura como pocas el ánimo post-sesentayochista y con la que Rivette regresaba al terreno más o menos experimental, de profundo trabajo con los intérpretes, y que tuvo en André S. Labarthe, Jean Renoir y el cine de Jean Rouch sus tres principales soportes espirituales.
Tras 'La religiosa' (1965), adaptación de la pieza de Diderot con Anna Karina, Rivette se embarcó en el capítulo dedicado a Renoir de la serie 'Cinéastes de notre temps', ideada por Janine Bazin, la última esposa de André Bazin, y Labarthe. 'Jean Renoir le patron' (1966) le permitió no solo entablar una conversación profunda con el mítico padre del cine francés, sino también reflexionar sobre la materia de lo cinematográfico y, muy especialmente, sobre la interpretación.
El punto de inflexión de una trayectoria disruptiva y emocionante
Así pues, con 'L’ Amour fou' comenzaría a cristalizar en la obra de Rivette toda esa reflexión radical sobre el trabajo del actor, los vericuetos de la puesta en escena, la ruptura con las narrativas más o menos clásicas y la experimentación con la duración, en todas sus posibilidades.
Todas esas inquietudes no le eran nuevas a Rivette, pero esta película supone un punto de inflexión en una trayectoria íntegra con sus postulados y que, a partir de entonces, no daría su brazo a torcer. Su filme de culto 'Out 1: Noli me tangere' es, tal vez, la más paradigmática de todas estas cuestiones que 'L' Amour fou' inauguraría. Y sí, también es de las más largas de la historia del cine.
Bulle Ogier y Jean-Pierre Kalfon, héroes 'rivettianos' por excelencia
Aunque suene a frase manida, 'L' Amour fou' es un verdadero tour de force interpretativo. Bulle Ogier y Jean-Pierre Kalfon, Sébastien y Claire en la película, en los roles de director de teatro y actriz que también son pareja, se adentran en no pocos lugares oscuros del alma a medida que su relación va volviéndose más incomprensiva y distante. Desnudos emocionalmente uno frente a la otra y también ante sí mismos, la crónica de su ruptura da cuenta del ánimo fatalista que se instaló tras el fracaso de la revolución de los adoquines.
La película arranca con Sébastien sentado desolado en el suelo de una habitación completamente destrozada para pronto trasladarnos en el principal flashback de la obra a cuando él y Claire eran una pareja perfecta, durante los primeros ensayos de la adaptación de la ‘Andrómaca’ de Jean Racine que él quiere llevar a escena. Rivette filma sus gestos de amor con una cercanía cotidiana tierna y a la vez revolucionaria para las convenciones de la época.
No adelantamos acontecimientos al contar que la vida de los protagonistas y la obra de ficción se imbricarán hasta alcanzar consecuencias inesperadas, en una espiral de autodestrucción que arrasa con todo. Cuando Claire se frustra con lo complicado que resultan los matices de su papel y con las exigencias de Sébastien como director, la pareja poco a poco irá permitiendo que las sospechas, los celos y los rencores se impongan entre ellos.
Dos relatos, dos capas de imágenes
Aparte del abanico de registros emocionales que despliegan Ogier y Kalfon en su intensa interpretación, el otro logro evidente de 'L' Amour fou' es el magnífico dispositivo que desarrolla Rivette para captar ya no solo la ficción de su película, sino, tal vez, la verdad y el estupor que esconde el milagro de la creación.
El largometraje, filmado en su mayoría en 35mm por Alain Levent y Étienne Becker, está planteado como un mise en abyme entre la vida de Sébastien y Claire y los ensayos de 'Andrómaca', que a su vez están siendo filmados por un pequeño equipo de televisión dirigido por André S. Labarthe, que emplea 16 mm monocromo. La teatralidad, así pues, es tan solo un recurso más para explorar las distintas capas narrativas y de la imagen que la tecnología de entonces permitía.
La filigrana narrativa de 'L'Amour fou' le debe también mucho al talento de la montadora Nicole Lubtchansky, de la familia de colaboradores de Rivette. Los distintos saltos en el tiempo, los barridos que nos arrastran de una emoción a otra, de un personaje a otro, son de una maestría única e imprimen a la cinta un ritmo tan agotador como fascinante, tan extenuante como cautivador.
Una restauración histórica
El titánico esfuerzo de Les Films du Losange y de la directora de fotografía Caroline Champetier (‘Holy Motors’, ‘De dioses y hombres’) ha resultado en la nueva copia restaurada de 'L' Amour fou' estrenada en este Festival de Cannes. La película sufrió las inclemencias del destino cuando en 1973 el negativo original se perdió a causa de un incendio en las oficinas de la productora. Aunque el filme se conserva en versiones en positivo, la copia actual ha sido supervisada de manera estricta por la compañía y por Champetier, e incorpora fuentes en negativo de diversa procedencia.
Una restauración de este carácter histórico merecía ser presentada en Cannes con todos los honores y Ogier y Kalfon subieron al escenario para recordar algunos detalles de la producción. La actriz de 'Le Pont du Nord' sorprendió a todos, incluido al mismísimo Thierry Frémaux, al decir que, de entre todas de su filmografía, 'L' Amour fou' era su película favorita. Para quienes hemos podido disfrutarla en la pantalla de cine, no podemos estar más de acuerdo. Es una locura romántica y devastadora, una experiencia monumental de la que no sales indemne.
Texto:PAULA ARANTZAZU RUIZ
Fotos/Via: espinof
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