Esta serie se acaba de estrenar en Netflix, sólo tiene 5 episodios y me ha enganchado enseguida. Un thriller que combina con acierto suspense y drama personal
Confieso que la tenía en mi radar desde el principio por sus actrices. Me atraía la idea de ver a Suranne Jones ('Gentleman Jack') y Julie Delpy (Trilogía 'Antes de') en un thriller británico, pero el hecho de que 'Rehén' se estrenase sin hacer apenas ruido en Netflix me llevó a pensar que también se podía quedar en una serie correcta con la que pasar el rato. La sorpresa ha sido descubrir que detrás de ese gancho había una serie mucho más sólida de lo que imaginaba.
Lo que propone 'Rehén' es, en el fondo, un dilema universal: qué harías si tuvieras que elegir entre tu familia y tu deber. Y, a lo largo de cinco episodios, la serie lleva esa pregunta al extremo, porque aquí no se trata solo de un conflicto íntimo, sino de una decisión que podría alterar el destino de un país entero. Ese planteamiento convierte el secuestro en algo más que un recurso narrativo, porque es la chispa que desata un drama humano y político a la vez.
Lo primero que me atrapó de 'Rehén' fue la manera en la que el guion aprovecha la fuerza del reparto para dar matices a cada personaje. No se trata solo de seguir un secuestro, sino de entender cómo se quiebran y se fortalecen las personas cuando están sometidas a una presión imposible. Ahí es donde el talento de las intérpretes marca la diferencia, haciendo que todo sea más cercano, incluso cuando la trama se mueve en un terreno de intriga política y conspiraciones.
Al final, lo que parecía un simple “thriller de catálogo” termina siendo una historia con nervio, giros bien medidos y una tensión que no decae en ningún momento. 'Rehén' no solo cumple como entretenimiento, sino que logra ese punto extra de calidad, pero también es cierto que echo en falta algo para recordarla después de verla.
Desde el primer episodio, 'Rehén' te atrapa con la sensación de que algo gordo está punto de ocurrir. Abigail Dalton (Suranne Jones) camina con su esposo, hablando sobre cómo cambiará su vida si se convierte en primera ministra, mientras Alex (Ashley Thomas) asegura que su apoyo nace del deseo de proteger a millones de personas. Pero el poder trae consigo decisiones imposibles y consecuencias que sacuden a todo un país.
Cuando Alex y otros médicos son secuestrados mientras trabajaban con Médicos Sin Fronteras, Abigail deberá recurrir a la presidenta francesa Vivienne Toussaint (Julie Delpy) para intentar salvarlos, enfrentándose a un juego político donde incluso los líderes más poderosos pueden convertirse en peones. Una trama quee caba siendo realmente intensa y absorbente.
Ojalá Suranne Jones como presidenta
Más allá de la trama, lo que sostiene 'Rehén' con firmeza es su reparto. Suranne Jones y Julie Delpy brillan como líderes enfrentadas pero complementarias: dos mujeres con mucho en juego que, a lo largo de la serie, construyen una alianza creíble. Ambas asumieron sus cargos con intenciones nobles, pero las exigencias del poder las obligan a ser calculadoras, midiendo cada gesto en público mientras se enfrentan a amenazas que podrían destruir su reputación y su integridad.
Verlas en acción es un verdadero placer, aunque el resto del elenco también aporta peso y profundidad a la serie. Ashley Thomas transmite con convicción la vulnerabilidad de Alex y su amor por la familia, mientras que Corey Mylchreest rompe con el estereotipo del interés romántico habitual, y Lucian Msamati, como miembro del gobierno, ofrece una presencia discreta pero firme que refuerza a Abigail sin opacarla.
Giros imprevisibles
Otra de las grandes virtudes de 'Rehén' es cómo maneja la intriga política con precisión. Cada episodio introduce giros que mantienen al espectador al borde del asiento, donde Abigail y Vivienne se enfrentan a dilemas que van más allá del rescate de Alex, lidiando con la opinión pública, la lealtad de quienes las rodean y la presión de sus propios ideales.
La serie combina suspense con drama personal de una manera muy eficaz, haciendo que los conflictos y decisiones de los personajes se sientan cercanos y relevantes. Pero a pesar de esta intensidad, es inevitable pensar que su impronta podría desvanecerse con el tiempo.
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